Cero en autoestima

ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel

Raúl Tola, uno de los mejores periodistas peruanos, cree que el pasado carioca tiene mucho que ver en la “sorprendente prosperidad del Brasil de nuestros días” y el hecho de haber sido “capital de un reino –relegando a Portugal al papel de colonia– y luego un imperio enorme y autónomo, que consiguió su independencia como parte de un proceso natural y casi sin derramar sangre, terminó por prefigurar una autoestima y una identidad propia, muy distintas al resto de Sudamérica”. Eso lo afirma en el artículo que publicó hace algunos días en el diario “La República”. Afirmación a la que llega luego de leer “El imperio eres tú”, novela ganadora de la última edición del Premio Planeta y donde Javier Moro muestra la biografía de Pedro de Braganza y Borbón, primer emperador de Brasil.

Luego de leer dicho artículo he corrido –bajo la complicidad de Percy Vílchez- a la única librería que existe en Iquitos y me han dicho que la novela puede ser que llegue después de la quincena de enero. Y quiero leerla porque, siguiendo a Tola, este libro nos permite conocer a “Pedro, un joven desordenado y de un insaciable apetito sexual, aficionado a la equitación, la bebida y la noche (…) era una figura popular entre sus súbditos, dueño de una decisión, un carisma y un arrojo muy superiores (…) las tensiones con las Cortes de Lisboa, que gobernaban para Portugal y de espaldas a la colonia, lo forzarían a proclamar la independencia del Brasil, que gobernaría entre excesos y escándalos, muchos de ellos protagonizados por su amante Domitila de Castro”. Paro ahí. Y espero alguna vez leer ese libro que cuenta “desde dentro lo que los historiadores cuentan desde fuera”.

He sostenido en innumerables oportunidades que el gran problema de nuestra sociedad y que impide lograr el desarrollo radica en nuestra autoestima que nos ha llevado a renunciar a vivir como ciudadanos. Grave problema.

Y eso pasa porque ni siquiera hemos investigado como debe ser el pasado. Donde sin duda han existido personajes como Katenere, indio de una dignidad inquebrantable y del que mucho tenemos que aprender. Pasa porque no hemos sido capaces de investigar primero y, publicar después, la biografía de quienes han destruido y menospreciado a nuestros antepasados.

Estamos tan mal que aún no nos ponemos de acuerdo en la traducción de la frase que lleva el escudo de Maynas. Ni siquiera los estudiosos se ponen de acuerdo para coincidir en que si los hijos harán la grandeza o, vaya vaya, los hijos recogerán los frutos. Y, deprímanse más, ni siquiera tenemos fundación. Pepe Barletti Pasquale afirma –y tiene autoridad para ello, qué duda cabe- que “la ciudad de Iquitos NUNCA  fue fundada como tal, es decir, como ciudad”. Nos fundaron como puerto fluvial en 1963 por unos barcos que llegaron en 1864. Casi un siglo después y hay quienes sostienen que los barcos nunca llegaron la fecha que se indica. Y desde 1788 esta parte del territorio se llamaba Iquitos porque hasta 1785 era Napeanos.

Hace algunos años siquiera se debatía sobre el tema en foros y las autoridades promovían conversatorios y formaban comisiones que no llegaban a acuerdos pero al menos nos refrescaban la memoria. Hoy ninguna autoridad se preocupa por ello. Cero autoestima. Cero. Por eso cuando llega la noticia que Brasil ha conseguido sobrepasar a Gran Bretaña y convertirse en la sexta economía del mundo que no nos extrañe como no debe extrañarnos los últimos lugares que ocupamos en las cosas buenas que tiene la vida, como la lectura.

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