Había escuchado en una charla el nombre de Rafael Lemkim, jurista polaco, que abogó hasta el cansancio sobre el concepto de genocidio. Una de sus tareas era que la noción fuera discutida en el tribunal de Nuremberg que juzgaba a los criminales de guerra, se pasó muy superficialmente hasta después del juicio se convirtió en un tratado o convenio internacional.  Al mirar en Kigali, Ruanda, el Kigali Genocide Memorial, sobre lo ocurrido en esa lucha entre tutsis y hutus, en una de las reseñas apostillaban sobre él. Se puede observar en la narración del Memorial que fue una violencia larvada en el tiempo la que explotó causando la muerte de muchas personas inocentes, se alimentaba el odio, usado por los colonizadores, entre estas dos tribus. Aparte de Lemkim, ignoraba a otro jurista interesante que alegó por el concepto de crímenes contra la humanidad como fue Hersch Lauterpacht, hombre de leyes nacido bajo el cobijo del imperio austro- húngaro, abogado importante que colaboró con Inglaterra en el juicio de Nuremberg. Curiosamente, Lemkim y Lauterpacht estudiaron en la misma Facultad de Derecho. Mientras el concepto de genocidio se enfoca en el grupo, la definición de crímenes contra la humanidad se centra en la persona frente a las responsabilidades internacionales de los Estados. Estos dos conceptos estaban, por decirlo así, en pugna, cuando se juzgaban a los criminales nazis. Esta historia aparentemente jurídica sobre un tema crucial para la humanidad que se puede volver farragosa en el relato legal, ha sido tejida en una punzante  novela “Calle Este- Oeste”, por Philippe Sands, un profesor de Derecho inglés y nieto de quienes padecieron la muerte y tortura en los guetos y campos de exterminio de parte del ideal nacionalsocialista. Sands empieza su investigación del recuerdo de unos apuntes de su abuelo y unas fotografías del legado familiar. Estos inocentes hallazgos le impulsan al autor viajar a Viena, a cruzar el charco, va a Polonia, consulta a traductores, historiadores, familiares de testigos, visita archivos y tribunales, se entrevista con los hijos de militares alemanes que tuvieron la decisión de los guetos entre otras diligencias, Sands hace una investigación detallada y prolífica teniendo como fondo a estos dos juristas: Lemkin y Lauterpacht, y la discusión del tribunal de Nuremberg, así entrelaza con gran simetría esta historia anónima familiar con el relato de los juicios que involucran a la humanidad. Gran historia.

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