Barcelona

ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel

Todos tenemos referencias sobre las ciudades. Los países, también por supuesto. Y, seguro, la mayoría tenemos las referencias ligadas al fútbol, el deporte que mueve a la población ya sea en Panguana o Liverpool. Barcelona es una ciudad de fútbol. Barcelona es el Barcelona FC. Y con esa premisa se puede relacionar a Lionel Messi, Hugo “el cholo” Sotil, Piqué, Alfredo Di Stefano, Johan Cruiff y, Maradona, si quieren. Para no hacer una relación interminable de jugadores inolvidables para todos los que amamos el buen fútbol.

Pero las ciudades también, felizmente, son literatura. Gabriel García Márquez, Gabo, escribió, vivió, bebió y bailó e hizo y deshizo como un caribeño como él sabe hacerlo. Con excesos, con realismo mágico. Con la magia impregnada de realismo. Recorrió las calles con su camisa floreada y cuando en esta ciudad era un completo desconocido. Mario Vargas Llosa, nuestro galardonado escritor y fracasado político, estuvo varios años con toda su familia en Barcelona haciendo lo de toda la vida: leyendo, escribiendo, disculpen los gerundios, por favor. Y tampoco caigamos en la relación interminable de escritores nuestros porque llegamos hasta Santiago Roncagliolo y, tampoco tampoco, se trata de eso. Pero quizás todos hayamos visto esa foto donde aparecen Gabo, Marito y varios integrantes del boom latinoamericano que después hicieron boom comenzando por los dos nombrados y, valgan verdades, más renombrados literatos.

Fútbol, literatura y, agreguemos algo más: música. Buena combinación. Y entra en escenario Shakira, otra caribeña que tiene alborotados a los barceloneses, culé les llaman mayormente, no solo con su contorneo de cintura sino porque es la única que mueve la cintura tan cerca de Piqué, sin que el jugador le provoque fuera de juego. La plaza de Barcelona fue escenario de uno de los videos de Shakira más vistos de los últimos años y se baña en una plaza donde está prohibido hacerlo, anda sin casco en una comunidad donde todos tienen esa obligación y, según me cuenta el guía que me traslada en esta ciudad, se pasea por las veredas sin provocar tanto alboroto porque ya es un lugar común.

Robin Konloy Vásquez, es un peruano que radica en Barcelona hace más de una década y es hincha del equipo azulgrana por donde se lo mire y escuche. Antes de mi llegada a esta ciudad ya tenía el recorrido que iba a hacer. En realidad empezaba y terminaba en Camp Nou. Mientras la prensa opositora quiere poner nerviosa a la gente del Barza, Robin -como todos- cree que no es problema si Messi lleva tres partidos sin anotar, que el argentino es el mejor del mundo. Y, claro, puede anotar tres goles en un solo partido como lo hizo en los primeros 29 minutos del partido contra Mallorca jugado la noche del sábado pasado. “Yo he entrado varias veces al estadio y siempre me quedo impresionado, yo no tendría ningún problema en vivir en este estadio”, me afirma con una convicción que me deja perplejo. Y yo le creo que es capaz de eso y mucho más. Pero al ver su convicción ambos recordamos la tragedia mortal del Monumental. “Eso es impensable aquí, no se puede llegar a eso, hay locos pero…”. Y veo los edificios que rodean el Camp Nou con los ventanales completitos y al toque me viene a la memoria el martirio que sufrieron los vecinos del estadio de Universitario. Y, claro, son diferentes. El fútbol no tiene por qué ser mortal a pesar de los mortales.