Autoficción [2]

Por Miguel DONAYRE PINEDO

Estos días trato de ponerme al día con lo que pasa en Perú, es una introducción o prologuillo rápido de lo más palpitante y trepidante de la realidad peruana. Los noticiarios de la mañana están llenos y rellenos de crónica roja. Cuanto más ensucias de sangre mejor. Cualquier desayuno se vuelve agrio y sin sabor. No suelo ver películas extranjeras que exhiben me parecen que están mal dobladas, salvo las subtituladas, la voz aflautadas y deje pitucos de los dobladores me parecen un chiste. Ojeo una telenovela peruana de muchas aristas, es lo mejor de la huachafería peruana y tiene alta audiencia, según las noticias de los diarios. Buscando entre los canales pillo una que promete ser buena, es una presunción de mi parte, y me detengo, es una entrevista a Ángeles Mastretta, escritora mexicana, a cargo de una periodista que va de estrella o al menos eso hacen creer sus lambiscones [puede entrevistar a un filósofo como a una actriz petarda sin hacer ascos, claro con mares de improvisación]. Me parece una entrevista grosera –tiene un hálito de chica mandona que bordea el achoramiento y el engreimiento. Se le ha metido en la cabeza que Mastretta debe cantar y hala, dale que te pego, a volver a insistir, que cante. La insistencia suena a mujer mimosa y autoritaria. Golpea la mesa. Mira su portátil. Su ego está en proporción a su físico pero que se desborda. En verdad que poco tino. Sigo con sed de la realidad perulera así que no paro de ver la tele cuando me deja el zarpazo del desfase horario. Ahí andamos.