La Amazonía más allá del primer año de Humala

El Presidente Humala pudo decir algo sobre la Amazonía. Pudo decir algo muy importante. En cambio, prefirió dedicarse a la enumeración cansina y reiterativa de logros.

Ese extraño rito de la numerología de obras, copy & paste de informes sectoriales de los ministerios, olvidó en todo caso la definición de políticas concretas para la Amazonía. Nada de nada.

Por ahí, en un momento, el presidente, en su interminable discurso de casi dos horas, a una carretera longitudinal en la región y uno se empieza a preguntar ¿Acaso para esto fue elegido Humala?

Durante el paso de este primer año, el gobierno ha ido generando gestos, acercamientos, intenciones, las cuales han sido recibidas con cierto interés por la población amazónica. Prueba de ello es que los niveles de aprobación del mandatario y en general de sus funcionarios siempre son superiores en promedio a los de otras zonas del país.

Resulta interesante recordar, por ejemplo, que Humala ha visitado más veces Iquitos y zonas loretanas que los anteriores gobernantes en poco tiempo. Hace poco, estuvo en Pucallpa, clausurando la Expoamazónica. No olvidamos, por cierto, su presencia física durante las graves inundaciones de principios del año.

Hubo avances interesantes, en referencia a la dación de la ley de Consulta Previa (que aún, por cierto, no ha mostrado sus resultados). Pero todos estos parecen ser más bien ideas bienintencionadas, sin norte fijo. Como si de pronto se recordara que hay una necesidad de quedar bien.

Por un momento, siento incluso que el presidente Humala cree que lo más importante que puede hacer, lo urgente, es apoyar con asistencialismo a las zonas más afectadas. No está mal ello, necesariamente, pero resulta erróneo y absurdo manejar la relación con la región más extensa con paños fríos para la fiebre.

De alguna manera, la presencia del congresista Víctor Isla en el grupo más cercano del entorno del poder y su elección como presidente del poder legislativo abonan en una relación directa a favor de la Amazonía. Pero, hay que tener mucho cuidado. La cercanía no debe confundirse con necesario apoyo. Hubo casos ya en que ha operado el fenómeno inverso. Habría de recordarle eso siempre a Isla.

Es hora de aterrizar toda aquella estructura de buenas intenciones. Los penosos índices de salud y educación, los niveles de narcotráfico y depredación, el combate contra la corrupción, la agenda pendiente de interculturalidad, la conectividad de banda ancha digna, el desarrollo urbano, la promoción al turismo, entre otros, requieren planes urgentes y sostenibles en el tiempo.

No basta solo hacer un (muy buen) spot alusivo a la Amazonía. Ya sabemos que nuestros problemas y posibilidades son mucho más complejos que los de una campaña de marketing nacional. Todo esto tiene que venir complementado con acciones de gobierno, pero, sobre todo, por políticas de Estado.