La ciudad insular carece de mitos de fundación, a pesar de vivir en un piélago de mitos que se entrecruzan, cruel contradicción que tenemos como legado que ha deparado una ciudad republicana y descastada. La cittá está en cambios desde hace un tiempo atrás, creo que está cambiando desde que nací. Hay una cartografía urbana que se construye a trompicones y a ratos se vuelve indescifrable en la ciudad boom. Es la gramática que encontré y que heredé, para citar a Joan- Carles Melich. En este contexto y llevando agua para mi molino, recuerdo que los diarios y revistas en la ihla tenían una sección cultural, mínima, pero tenían. Hubo escritores que se dedicaban a esta sección con dedicado oficio. Indicar como precedente, que en la floresta destacados escritores y escritoras, hacían lo que se llama periodismo cultural, comentaban libros, tenían columnas o publicaban entrevistas a las personas dedicadas al arte. Uno podía rastrear o pulsear lo que pasaba en la isla a través de estas apostillas, eran una suerte de parte meteorológico de este lado del palustre. Con mucho tesón, dadas las limitaciones del medio, se troquelaban buenas crónicas culturales. Pero, lamentablemente, esto se ha perdido – espero que no suene en tono de nostalgia ¿Habrán sido las malas y magras pagas que hicieron huir a los escritorxs de este tipo de periodismo?, ¿Serán estos tiempos volátiles y sin norte causante de la huida?, ¿Serán las redes sociales donde cada escritor o escritora se autopromociona lo que escribe y publica? En verdad, la situación ha cambiado sustancialmente. Casi podemos concluir, que actualmente no existe periodismo cultural en este antiguo fondeadero, salvo algunas excepciones que también hubiera que revisar. No existe, el actual es un erial de pasmosas dimensiones. De lo que he podido observar, por las redes sociales y por los medios convencionales, es que las reseñas sobre libros o eventos culturales son tan malas que agreden a la lectura. Ni les cuento los vídeos con ese afán, son para correr y no parar. Ética y estéticamente dejan mucho que desear. Son pergeñadas para salir del paso, sin cariño ni afecto a los libros, a la cultura que se gesta en esta parte de los trópicos ¿Qué es lo que está pasando? ¿Acaso lisonjear o denostar a políticos y políticas es el oficio más rentable del periodismo?, ¿El amarillismo de las crónicas policiales dan más me gustan con el pulgar levantado en las redes sociales y, para muchos, es el indicador del buen camino? Estamos en tiempos de letargo, de cansancio, que a cualquier nadería ponemos un like. En estos momentos de cambios ¿Habrá que recuperar el tiempo perdido del periodismo cultural insular?

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