Desde hace un tiempo el poder político expresado en la mayoría parlamentaria en Perú tiene secuestrado al poder judicial, poder que casi siempre ha estado inclinado al servicio de la clase política desde su creación. Ese viejo fantasma del rapto no ha podido ser exorcizado en las Cortes Superiores de la floresta. Leía que en Ucayali, la situación desde hace tiempo han hecho saltar todas las alarmas. Pero por estos magros tiempos la presencia política en el Poder judicial es perniciosa, el mal ejemplo palpable y preocupante son los lazos de jueces y grupos políticos que mostraba el magistrado Hinostroza Pariachi, detenido en una cárcel española. En ejercicio de contrapunto tenemos que la administración de justicia en España está en manos de los partidos hegemónicos y a la ciudadanía poco le incomoda ¿será el peso del legado autoritario?, curiosamente, los partidos nuevos a pesar de su discurso de renovación democrática en lugar de buscar mecanismos más idóneos para la elección de los jueces, sean estos del Tribunal Supremo o magistrados del Tribunal Constitucional, echan mano de los mismos procedimientos de los tradicionales. En el proceso de transición español una de las cuestiones que más le achacan es que esa depuración de magistrados que estuvieron con la dictadura de Franco ha sido y es una asignatura pendiente. Se acostaban saludando a Franco y se levantaban enarbolando valores democráticos. Contradicción resuelta sin problemas ni traumas aparentemente. Son los síntomas muy claros de una democracia de baja intensidad que deja ciertas áreas de impunidad como señalaba el profesor portugués Santos. Además este lastre hace que se perciba que hay una justicia para los de arriba y otra para los de abajo. En el caso peruano tenemos una situación grave desde el punto de vista de la institucionalidad. El Poder legislativo cada día está en descrédito (se deslegitima más) al mostrase como un poder que lo encalla todo. Un claro ejemplo ha sido la situación jurídica del magistrado Hinostroza. La morosidad y grave omisión en sus deberes de función ha dado pie para que este exmagistrado pudiera hacer la de Villadiego. Lo más grave es que no hay capacidad de enmienda. Y todo esto ante la mirada de la ciudadanía. Ojalá esta última despierte.

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