Amazonía en varios actos
ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel
En el canto de Yéssica se escucha un lamento que solo los que padecieron la barbarie pueden transmitirla. En los vericuetos bibliotecarios de Vílchez se esconde el intento de encontrar una explicación a lo que hicieron con los nuestros, con los ribereños. En la petición de Contoricon está resumida toda la historia: exigen lo que les pertenece. Y a pesar de este despojo siempre estarán dispuestos a defender al Estado aunque éste siempre los tenga abandonados. En estos cuatro momentos está resumida la historia de nuestra amazonía.
En cuatro actos el autor de la nota grafica una parte de la historia de los amazónicos que al decir de algunas personas se ha puesto de moda como si el snobismo no fuera una maldad histórica para los pueblos oriundos. Las cuatro historias se juntan y envuelven a pesar de los diferentes momentos.
Yéssica Sánchez Comanti, solista asháninka, nos deja con la boca abierta a todos cuando interpreta uno de los temas que forma parte del documental dirigido por Chema Salcedo y que es representado en el auditorio del Ministerio de Cultura ante un público que obliga a los organizadores a colocar más sillas. Algo no habitual en actividades culturales y menos en las que se tiene como fondo y forma la selva peruana. Y es que el canto de Yéssica tendría que ser el de todos. No solo porque musicalmente –mérito que se debe al grande del pentagrama Abraham Padilla- tocas las fibras más profundas de cualquier ser humano con alguito de sensibilidad sino porque nos muestra una realidad que ojalá algún día cambie: el despojo de los nativos. Fue una noche hermosa donde “nuestra familia”, “hermano” y/o “amigo de todos” –frases que traducen asháninka- era una sola.
Manuel Cornejo, investigador del Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP), nos envía correos electrónicos más que emocionantes porque enLa Chorreraestán reunidos indígenas, personalidades civiles, religiosas y militares para recordar cien años después el etnocidio a cargo del cauchero J.C. Arana. El presidente colombiano Santos pidió PERDON a los pueblos indígenas de la amazonía, Huitotos, Ocainas, Boras, Muinanes. También se leyeron mensajes del Presidente del Congreso del Perú, Víctor Isla y del Ministro de Cultura de Perú, Luis Peirano y del Papa Benedicto XVI. A la distancia, uno se puede imaginar el escenario que se vive en lo que fue la zona cauchera. Donde murieron miles de nativos –a pesar de las investigaciones no me atrevo a dar una cifra porque siempre será una incógnita de nuestra historia del crimen- hoy debe vivirse un clima especial porque de alguna forma se pone en agenda la matanza. Cien años después.
Percy Vílchez, uno de los escritores más prolíficos de la literatura amazónica peruana se queja del frío primaveral dela Limade octubre de este año2012. Apesar de ese cielo que siempre amenaza con una lluvia que nunca cae, a pesar de la frialdad del ambiente, el poeta está empeñado y más entusiasmado con lo que va encontrando en la biblioteca del Congreso dela Repúblicay que servirá –me confiesa con más entusiasmo todavía- para no uno sino varios libros. Y entre estadística y literatura nos vamos sumergiendo en proyectos reactualizados, en ideas nunca realizadas y en quimeras que, en el peor de los casos, nos sirven para dar sentido a la vida en todos los sentidos. Porque Percy, ese poeta digno de todos los excesos verbales y escritos, siempre tendrá motor y motivo para entusiasmarse con lo que va encontrando tanto en los libros como en la calle. Por las aceras limeñas nos iremos encontrando con una literatura de este y otros tiempos. Coincidiremos con las letras. Y siempre seremos vagabundos de una actividad que nos retroalimenta.
Santiago Contoricon es un líder asháninka que ha participado en el documental dirigido por Chema Salcedo. Es uno de los sobrevivientes de la época terrorista donde desaparecieron 10 mil hermanos suyos. Diez mil hermanos nuestros. Llega al Congreso dela Repúblicapara pedir que alguien le apoye en su lucha. ¿Cuál es su lucha? Pues hay un señor que desde Lima reclama la propiedad de unas tierras que están su territorio. Ya le han dado la razón, es decir, el señor de Lima es propietario de unas tierras que siempre fueron de los asháninkas. Veinte años después Santiago no solo quiere vivir en paz, desterrar la violencia que sembraron los terroristas sino que desea un mínimo de respeto a sus ancestros. Santiago está acompañado de media docena de hermanos que en verdad no saben mucho de trámites y de burocracias. Solo quieren que no se los quite lo que siempre fue de ellos. Tienen una lucha pendiente. Y, tal como sucedió en la época de la barbarie terrorista, se encuentran en al incertidumbre. Tienen tierras pero les quieren quitar la propiedad. No saben mucho de propiedades pero están dispuestos a defender el terruño.
Yéssica Sánchez, Manuel Cornejo, Percy Vílchez y Santiago Contoricon son partes de un todo. Son íconos –palabra tan de moda, quizás como la misma Amazonía- de una realidad que nos vuelve y envuelve. En 1912 no sé cómo se habrá tratado el tema amazónico y los muertos del Putumayo son parte de la investigación de Manuel y de varios otros que se desvelan por develar el contexto en que se produeron. Talvez ni quiera saberlo. En el canto de Yéssica se escucha un lamento que solo los que padecieron la barbarie pueden transmitirla. En los vericuetos bibliotecarios de Vílchez se esconde el intento de encontrar una explicación a lo que hicieron con los nuestros, con los ribereños. En la petición de Contoricon está resumida toda la historia: exigen lo que les pertenece. Y a pesar de este despojo siempre estarán dispuestos a defender al Estado aunque éste siempre los tenga abandonados. En estos cuatro momentos está resumida la historia de nuestra amazonía.