A trompicones

Y en medios de comunicación, empresarial y profesionalmente, antes con la televisión en blanco y negro las imágenes eran más coloridas. Pero eso será materia de otro artículo, de todas maneras.

ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel

El más grande problema de Loreto es que no sabemos lo que queremos. Y no me refiero únicamente a las opciones políticas y electorales que cada cierto tiempo evidencian que elegimos a los menos idóneos y a los más incapaces, con las excepciones del caso por supuesto. Sino que carecemos de una clase política que transforme en gestión de largo plazo los objetivos que nuestras necesidades obligan. Y esa carencia se puede apreciar en todos los aspectos de la vida regional: Sindicatos, empresarios, medios de comunicación, ambulantes, arquitectos, ingenieros, maestros. Agregue usted mismo el sector o profesión que desee.

Andamos a trompicones y en trompadas, siempre. Que si mañana secuestran o vaya uno a saber qué coartada tiene como protagonista a un empresario al instante –como representantes de lo efímero- las autoridades comienzan a pontificar sobre las estrategias de seguridad ciudadana. Se llama a reuniones de coordinación y se obliga a los funcionarios a sentarse a escuchar los discursos de siempre con las necedades de toda la vida. Luego pasa el impacto mediático y, como cuando comienza el período de vacaciones escolares, “nos vemos el próximo año”.

Que si mañana un organismo internacional nos califica como maravilla natural del mundo ya estamos a la espera de reuniones multipartidarias para que los representantes de los gremios del rubro hablen más de la cuenta sin darse cuenta. Se juntan alrededor de una mesa para mostrar cuadros, explicar proyecciones y sentenciar sobre el futuro todos aquellos que precisamente son incapaces de diseñar políticas públicas siquiera del mediano plazo.

Que si mañana una empresa no cumple como debe ser con el pago de remuneraciones a los obreros ya el sindicato más añejo –con dirigentes más añejos y trasnochados aún- amenaza con salir a las calles. Cuando con esas acciones lo que se demuestra es que siempre estamos en la cortina. Y es que en materia sindicalista hemos retrocedido porque ni siquiera la renovación se asemeja por la ventana. Y antes los dirigentes siquiera demostraban una teoría de lucha sin renunciar a la acción. Hoy no somos ni siquiera acción, sindicalmente me refiero.

No somos capaces de diseñar políticas públicas regionales que ataquen los problemas medulares. Claro que a nivel nacional tenemos esas mismas carencias. Pero en el ámbito distrital, provincial y regional, que es donde tenemos el contacto mayor, se evidencia y padece todo ello.

Y en medios de comunicación, empresarial y profesionalmente, antes con la televisión en blanco y negro las imágenes eran más coloridas. Pero eso será materia de otro artículo, de todas maneras.