En esta marejada de “fascismo social” que invade Europa corro, desesperadamente, a buscar lecturas para inocularse de tanta ola de crispación social y de vuelta al discurso más negro que asoló Europa desde la segunda guerra mundial con el ascenso de partidos políticos totalitarios, hoy son los populistas de derechas. Hoy hay muchos partidos que llevan entre sus banderas consignas liberales pero que tienen una agenda oculta totalitaria, y ojo que no es Venezuela como a cada momento la prensa nos pone en las noticias. Hungría, Polonia, España, Portugal, Inglaterra entre otros es un digno ejemplo de esta Europa heteróclita. Lo que sí me sorprende es que en España partidos recién hechos y con poco rodaje e historial poco democrático y triunfen exitosamente en el electorado. En España con mucha facilidad se ha dado paso al fascismo a la palestra sin hacerles mucho asco, se puede ver en los titulares de los diarios de derechas. Los partidos derrotados en las urnas con la baza de las alianzas postlectorales se han hecho con el poder y no han tenido escrúpulo, ¿nadie advierte esta codicia despiadada por el poder? Es la poca decencia o de valores democráticos a la baja en la vida pública en este lado del sur de Europa. Con todo este panorama de por medio buscaba un libro que me diera las claves para entender a esta Europa de ceño duro y a la deriva de los derechos fundamentales como es el caso de las personas que migran de un continente a otro para mejor sus vidas y sus esperanzas. Así que leí a George Steiner “La idea de Europa”, es un ensayo lúcido y fresco para entender en actual proceso político tan entrampado que se vive. Se entiende mejor el proceso de la construcción de Europa con sus pasos y retrocesos. De los cafés, de las discusiones, de los paisajes domeñados por las personas. Señala que la lectura puede frenar el mal pero no es suficiente, oficiales nazis escuchaban música clásica y lecturas refinadas y al día siguiente ordenaban matar en los campos de concentración. Igual puede estar pasando hoy con funcionarios de los Centros de Internamientos para Inmigrantes que escuchan un concierto de música clásica, rock o jazz por la noche y al día siguiente, muy temprano, resuelven negando los derechos más elementales de la persona humana. Después de lo que pasó en Auschwitz, con la muerte de judíos, gitanos y homosexuales en los campos de concentración – desgraciadamente, los campos de concentración y la cultura europea casi van de la mano- estas muertes han servido de poco para enderezar el rumbo europeo. A pesar que estas retorcidas ideas flotan en el ágora y que son la negación de Europa, espero que pronto pasen por el fregadero, hay que seguir peleando por la particularidad de esta zona del mundo de cara a las otras hegemonías.

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