El camino al Congreso de la República va tener un corto pero espinoso 15 días de campaña real. El Jurado Nacional de Elecciones ha publicado hace una semana el cronograma electoral para las elecciones complementarias parlamentarias del 26 de enero. Viéndolo en concreto serán dos semanas de campaña efectiva, tiempo insuficiente para conocer a los que realmente quedarán en carrera electoral.

Es un riesgo para la ciudadanía tener un escaso rango de tiempo para conocer la hoja de vida de los que querrán estar por un año y meses como contrapeso en la última parte del mandato del presidente Martín Vizcarra. Pero, valgan verdades ¿alguna vez sirvieron los tiempos largos para conocer mejor a los candidatos a diversos cargos? No, en realidad siempre ha sido un voto emocional, en el mejor de los casos, e irracional, alejado y despreocupado en el peor de los casos lo que hemos llevado a las urnas.

Hasta el 18 de noviembre, digamos son trámites administrativos al interior de los partidos políticos o alianzas que se van a poder armar, en función a las antiguas reglas que jugarán para este proceso electoral como ya se ha pronunciado el JNE. Pero es recién el 3 de diciembre en que se publicarán las listas admitidas, sin embargo desde esa fecha hasta el 27 de diciembre es el plazo en que los posibles candidatos podrán renunciar si es que se les encuentra algún delito o falta que no informó o porque la campaña no pega electoralmente hablando.

Es decir desde ese 27 de diciembre hasta el 26 de enero hay menos de un mes. Descontando la semana de la navidad y l primera del año nuevo, fechas en las que nos despreocupamos de todo incluso de una elección, no habrá mayor movimiento que cale en la opinión pública. Descontando también la semana previa a la restricción, estamos hablando de 15 días efectivos de campaña.

¿Cuál es el riesgo de que elijamos al peor Congreso de la historia con tan poco tiempo cómo quieren pintar los agoreros defensores del fujimorismo? O que se posicionen a jóvenes alfiles de los mismos partidos que existen en el ámbito nacional, un poco para intentar lavarse la cara y que estos resulten ingobernables o inexpertos que se dejen avasallar por un Ejecutivo que los manipulará.

Estas posibilidades son reales, pero de ahí a que serán peores que los que salen hay un abismo. Lo mismo decían de Vizcarra y les salió un “tigre” que se les escapó de sus fauces. Lo cierto es que con tiempo o sin él, por diversas circunstancias socio-educativas, los peruanos elegimos mal. Esta elección no va ser la excepción porque sigue primando el dinero para las campañas y no un reconocimiento social o de liderazgo social. Estamos, para estos fines, en manos de los que dirigen los grupos políticos, así es que si sale un Congreso funesto, ya sabemos de quién es la responsabilidad.

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