Casi a diario pasaba por un antiguo edificio que estaba en ruinas y en abandono. Estaba a unos metros de la playa. Delante de él había una zona que parecía un barrio pero por estos días han construido edificios monumentales. Es decir, desde el vetusto edificio apenas se lograría ver el mar de Iracema y su largo espigón que reta al mar. En algunos pisos se podía observar algunas plantas de hojas verdes florecían, parecen ser los únicos seres vivos ahí. En el primer piso furtivamente entraban muchachos de mal vivir. Las ventanas tapiadas a cal y canto y con el moho ganando la batalla. Las puertas también con fuertes pedazos de madera que impedían la entrada. En la pared inmensos y pintorescos grafitis no sé si era para marcar territorios de bandas callejeras o era en razón de protesta contra la clase política o el mundo. En mi paso me quedaba mirando esta edificación de muchas habitaciones y en mi cabeza empezaba a crear historias acerca de ese edificio de paredes desconchadas y donde parece que no vive nadie. Me preguntaba si estaba en abandono o será parte del negocio o especulación inmobiliaria que por la zona es lo que más se presta. Alguien decía que con los nombres de los vecinos de las casillas de correos del edificio donde vives podrías tejer una historia o un mar de ellas. El vecino b es un funcionario y siempre acude al trabajo a la diez de la mañana luego de tomarse un café con tostadas en el bar de la esquina, es una persona muy rutinaria y dicharachera, aunque tiene un rostro de mala persona ¿ese rostro es un disfraz? Uno de los muchachos del ático que trabaja en un bar y estudia Filosofía a distancia está liado con la hija de la vecina del cuarto piso, una mujer divorciada y muy estirada que apenas saluda a sus vecinos, los mira con desdén, y así, como no, se podría ir hilando historias. Cada vez que pasaba por este edificio que luego me enteré que fue el primer hotel de Fortaleza, diseñado como un antiguo trasatlántico, sentía una punzada de historias. Me preguntaba que nos dirían los antiguos trabajadores y trabajadoras del hotel, las historias de las habitaciones. Seguro que miles de anécdotas. El primer cliente. Las declaraciones de amor, lunas de miel, viajes con el gel de la infidelidad o anuncios de divorcios, festejos de grandes negocios. En fin. Era un rancio hotel cerca de la playa.

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