Hace pocos días una comisión del Congreso de la República frenó una iniciativa legislativa que regulaba las uniones legales entre personas del mismo sexo (¿las llamaban uniones de hecho?, ¿Por qué no matrimonio?). En un debate que hasta los rancios curas irrumpieron en la opinión pública, esos eternos solterones como les llamaba el poeta chileno Nicanor Parra. Me pareció excesivo que ellos se inmiscuyeran en este debate y con ese falso protagonismo que se empeñan en tener. Me pareció realmente preocupante que un Monseñor como Bambaren (me recordaba a ese pésimo chiste del colegio que hedía a conservadurismo, donde a este monseñor le encontraban escondido en el ropero), supuestamente con ideas progresistas haya terminado como un intolerante cualquiera ni el Papa Francisco hubiera suscrito ese insulto. En el fondo es que en temas cruciales no sabemos discutir, somos un país que se polariza muy rápido por la ausencia de diálogo (en España la situación es similar y muy crispada), lo decía Alberto Flores Galindo. En el ámbito de igualdad me sentía como un Mamut en Nuevo York por la decisión tomada por unos parlamentarios, la frase es de Marco Aurelio Denegri cuando le preguntaban sobre la virginidad. ¿Cuál es la narrativa emocional de esos diputados que tomaron una decisión como esa y que afectaba el derecho a la igualdad?, ¿Sienten temor ante una persona con una opción sexual diferente?, ¿Por qué querer tapar el sol con una mano? Un poco en broma y en serio un humorista peruano señalaba que detrás de todo gran hombre hay un homosexual dentro, hubiera que añadir, y no hay que temerlo. Lo cruel es que se siga en esta política de no reconocer derechos, haciéndolos invisibles a personas de una opción sexual diferente, no vamos a ninguna parte. Son personas y tienen iguales derechos.

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