Desde que la extrema derecha ha entrado al ágora donde se deberían discutir problemas que atañen a la sociedad y a la ciudadanía, el discurso y las formas han cambiado sustancialmente. Se ha vuelto ríspido, hiriente, como no, hasta tóxico. Muy bronco. Ya no solo se discrepa sino que también se insulta, se menosprecia a quien tengo como adversario político, se lanzan bulos y las noticias falsas como una panoplia venenosa al uso de quien la ópera. Aquí en Madrid tanto el Ayuntamiento como la Comunidad Autonómica está gobernado por el grupo político conservador. Para que puedan gobernar se han apoyado en la extrema derecha (todo lo contrario en Alemania donde se hizo renunciar a un presidente de una región por recibir el apoyo de la extrema derecha, Spain is different?) y ese apoyo ha cambiado todo. En muchos temas están siendo más papistas que el mismo grupo de la extrema derecha – la derecha española está (aunque no solo la derecha) en el limbo y en búsqueda de identidad propia. Es una derecha de varios tonos con el mismo objetivo.  La estrategia, sí se puede llamar así a estas maniobras de distracción, de las derechas que están en el poder es que cada día sean portada de un diario o que se comente en las redes sociales las ideas más descabelladas propuestas por ellos. Cuanto más surrealista sea lo que diga, mejor, está en boca de todos y la gente comentando las estupideces que sueltan, lo peor es que le siguen el juego. Me parece que detrás de estas declaraciones con poca sensatez existe una maniobra de distracción para desviar la verdadera agenda política de la ciudad o de la región como las privatizaciones de la sanidad pública o la educación. Desde hace ya un tiempo cuando se publican este tipo de noticia le pongo poca atención, así no les sigo ese perverso juego. Trato de ver lo que hay detrás, el libro de Noami Klein sobre la aplicación de las políticas de shock lo explica todo. Pero desgraciadamente, sus oponentes prestan más atención a lo que dice y no a lo que está haciendo.

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