Tribulaciones del tiempo

Por Miguel DONAYRE PINEDO

El otoño anda frío, muy frío. Hay momentos que el cuerpo se destempla – sientes calor y frío y viceversa, lo piensas dos veces antes de salir a la calle, te gana el frío. El té de escaramujo no es lo suficiente. Los árboles se llenan de hojas amarillentas, las ramas se muestran desnudas y vulnerables. Las hojas color marrón y amarillo cubren las aceras. Me levanto temprano a mirar el termómetro que tengo en la terraza y aprieta el frío. Cojo una manta y a escuchar los titulares de las noticias, no más. La caja boba se ha vuelto insoportable, pronostican una televisión zafia cuando lleguen los conservadores, en esto España se parece a Perú. Lo que avanza un presidente, el otro lo desanda. He decido no comprar diarios, salvo excepciones. El diario El País, es lamentable por su adulonería con el nuevo Presidente electo, me da mucha grima. Es un diario que con el paso del tiempo ha ido a menos, lamentablemente, no es como el vino. El suplemento de cultura que edita los sábados es fofo, parece una octavilla de una editorial pero no reposa la cultura allí. Rezongo la genuflexión de las ideas por estos días mientras camino por la imprenta donde se editó El Quijote, me pierdo cerca de la casa de Lope de Vega y recuerdos sus naranjos maduros. Son esos laberintos de la historia y el presente en los que me meto. Amén de estos cabreos, me apetece tomar un buen consomé con un chorro de jerez o comida bien caliente. Son los rigores de este otoño que según las predicciones será como la del año pasado aunque la gente siente que hace más frío estos días. Es otoño sin más.