Ayer se conoció que el ex juez supremo Cesar Hinostroza Pariachi fugo a Madrid España agravando las circunstancias de la detención preliminar de Keiko Fujimori. A estas horas que escribo esta columna aún no se sabe si se ratifica o no la detención por diez días, pero a raíz de los hechos todo hace indicar que la suerte está echada de la que hasta hace semanas ostentaba un poder político aparentemente invencible.

Pero lo peor está por venir. La detención preliminar de sus principales asesores y secretaria va traer una serie de testimonios de la que va ser muy difícil que pueda salir libre la lideresa venida a menos. El miedo de la prisión preventiva que fácil podría ser 36 meses va empezar a precipitar a tomar decisiones de colaborar con la justicia. En muchos casos ya se ha visto esto con los denominados “pitufos”, una serie de personajes vinculados a representantes del fujimorismo en diferentes lugares del país que han empezado a “cantar” sus verdades.

Todo esto en un marco de descrédito nacional contra el fujimorismo, empujado por la coyuntura y por un gobierno que no parece detenerse ni para negociar o dejar cabeza viva en este  partido y de paso en el Alanismo. Esa hipótesis que calculan algunos al mencionar que al gobierno no le conviene cerrar al Congreso porque en este ha encontrado una bolsa de arena que sostenga su alta credibilidad ante la población no deja de ser cierta, claro, hasta que otras circunstancias sociales aparezcan.

Lo cierto es que el fujimorismo al estar con la soga al cuello que le apreta cada vez más ni siquiera se da cuenta que, activar políticamente estas circunstancias en varias regiones, podría ser relevante para que ellos pasen a un segundo plano y, hacer lo que siempre han hecho en política, negociar una especie de armisticio que los mantenga vivos. Sin embargo se ponen en evidencia al aprobar la ley para liberar a Fujimori, encubrir a Gonzálo Chavarry y en comparsa con el Alanismo acusar de pro terrorista al fiscal José Domingo Pérez. Una torpeza tras otra.

Si lo vemos desde el punto de vista pedagógico, todo esto ha servido para darle una lección a los partidos por escoger de manera torpe a sus representantes que no son sino unos felones con un discurso ácido contra todo lo que se oponga al interés de una líder obtusa y parametrada en una forma de hacer política que no es sino una especie de segundo piso del Fujimorismo padre. Ese rezago de autoritarismo de un espíritu de creerse los dueños políticos del país, ahora les está pasando la factura y aleccionando para elegir a legítimos representantes que tengan arraigo en la población y que sean decentes y puedan enarbolar principios éticos hoy ausentes en todo ámbito.

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