Escribe: Jorge Martín Carrillo Rojas

Mi tía Miriam me envía por el WhatsApp una imagen de la lápida de mi abuelita Berita Montalván de la Cruz de Rojas, recordándome que ayer miércoles 25 se cumplía 6 años de su partida y se me escarapela la piel, a la vez que me abruma una serie de recuerdos bonitos y tristes.

Berita es -porque ella vive en mí, pese a su ausencia física- luego de mi mamá Juanita, el ser supremo más importante en mi vida.

Fue una Contamanina, maestra de las buenas, madre extraordinaria y sobre todo una estupenda abuela. Fui, así se molesten mis primos, uno de sus nietos más apegados a ella y ella hacía mí.

Siempre pendiente de mí aún ya grande. Atendiéndome cuando la varicela me hizo trizas en Lima durante las vacaciones, cuando estudiaba en el Colegio Militar Leoncio Prado.

No puedo negar que siempre estuvo pendiente de todos sus nietos desde el primer hasta el último y ni qué decir del amor hacia sus hijos. Fue además una digna esposa de mi abuelo Miguel Antonio.

Estoy frente a la laptop escribiendo sobre ti y me es imposible no derramar unas lágrimas recordándote. Extrañando escuchar tus historias en tu Contamana, cuando fuiste maestra y recordando tus épocas de jovencita.

Te recuerdo sentada en la sala de la casa, a unos pasos de la segunda puerta, leyendo con acuciosidad los periódicos y yo arengando por Fujimori, tan solo para hacerte molestar, y tú enojada amenazándome que no me darías de comer. Fuiste un demócrata, critica del gobierno del chino Fujimori y de tantos políticos a quienes siempre cuestionabas.

Como olvidarme de aquella mañana en que nadie se atrevía a darte la noticia del fallecimiento de tu hija mayor, la que devino en un llanto que jamás he podido sacar de mi mente. El llanto de una madre que pierde a su hijo y cuestionando por primera vez en tu vida a Dios,

siendo tú una ferviente católica. Reclamándole el haberse llevado a tu hija y no a ti.

Fue la enfermedad de tu hija mayor y su posterior fallecimiento la que devino en el deterioro de tu salud. No volviste a ser la misma. Pese a ello trataste de sobre llevar tu vida con el mayor ánimo. Tu brazo derecho afectado por el derrame devino en una frase que recuerdo, pues siempre recurría a ti para que con tu “manito de porquería” rascaras mi espalda y me sobaras las manos. Eran los minutos más hermosos junto a ti.

Cuando decidí irme de la casa, formar mi familia y casarme, no me expresaste palabra alguna. Me apoyaste en casi todas mis decisiones y siempre estuvieron tus sabios consejos.

Hoy ya no estás físicamente con nosotros, pero déjame decirte que no te hemos olvidado. Toda tu familia te recuerda con el mismo amor de siempre. Sí me reprocho no haber estado a tu lado aquella madrugada previo a que partieras.

Decirte Berita que Martha, a quien le hiciste jurar cumplir una promesa, lo viene cumpliendo, bregando en no fallarte y sé que no lo hará.

La familia sigue aumentando y ten por seguro que tus nuevos bisnietos sabrán que tienen una bisabuelia que desde donde esté vigilará por ellos y por nosotros, sus nietos e hijos.

Un beso hasta la eternidad abuelita Berita y espérame que en cualquier momento te caigo para que vuelvas a rascarme la espalda y tener tu “mano de porquería” junto a la mía.

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