Apareció la noticia en el diario Pro y Contra de Isla Grande, el titular de la noticia estaba acompañado de una breve nota y una foto en la que se mostraba un barco escorado en pleno naufragio, no se divisaban personas. A reglón seguido se denunciaba el emergente cementerio de naves en las orillas de la isla y que las autoridades hacían nada para desalojarlos. El redactor o redactora de la noticia apuntillaba: “… un espectáculo deprimente ver a cada paso esos barcos  hundidos que vegetan entre las aguas. Sería importante realizar una jornada de limpieza de esos trastos que afean el ambiente fluvial”. La noticia per se tenía un gran componente literario que pasó desapercibido para quién redactó la nota, seguro le ganó la vena (y tradición) de  los cronistas de los trópicos de denunciar con la crónica. El título y la foto que acompañaban la apostilla era un festín literario. La foto era una gran metáfora más en el puerto difunto de Ilha Grande, no soy poeta pero ¿acaso la foto no era una premonición sobre el puerto? Recuerdo que cuando caminaba por el malecón de Isla Grande me topé al frente de una institución pública un barco en la playa que estaba abandonado, era una lujuriosa imagen y muy sugestiva para cualquier creador. Es más, redacté una crónica, como no, que pasó desapercibida en el puerto porque la isla no está para estas metáforas, los pobladores están escribiendo su propio guión con más realismo. Pero quien redactó la noticia se lamentaba del espectáculo deprimente de los barcos hundidos ¿acaso era deprimente? Me parece que no, era una gran oportunidad para repujar fabulas de la relación de la isla con las naves abandonadas. Un barco hundido da para muchos relatos, seguro historias como el de Maqroll el Gaviero, el personaje peregrino de Álvaro Mutis, gran escritor colombiano. Tengo la impresión quien pergeñó la nota desperdició una gran oportunidad para hacer una gran crónica de un naufragio.

P. D. Recuerdo que un barco abandonado en el lago de Rumococha produjo un derrame de petróleo allá por los años noventa que los cronistas de la isla han olvidado.

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