Segunda vuelta

[ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel].

El último semestre los voceros violentistas, mediocres y bullangueros del MIL –quienes cobran puntualmente a través de terceros en varias entidades municipales- repetían una paradoja insostenible: que Fernando Meléndez ganaba en primera vuelta porque estaba primero en las encuestas con cerca del 50 por ciento de intención de voto y que el líder de Fuerza Loretana, Iván Vásquez Valera, preparaba un fraude porque estaba colocando estratégicamente abogados en las capitales de provincias.

Tiempo después –sabe Dios respondiendo a qué análisis enajenado- cotidianamente repetían llamamientos a la violencia como aquello de combatir en las calles a quienes ellos consideran opositores sin ponerse a pensar que en las filas y entrañas del Movimiento de Integración Loretana hay ropa tendida en cuanto a vínculos con el terrorismo asesino y los tentáculos con el narcotráfico que, como sabemos, tienen como denominador común el asesinato y como acción de lucha el chantaje y la pillería.

Recientemente esos mismos voceros han cambiado su discurso –coincidentemente- indicando que no se debe apelar a la violencia y que el castigo más sentido que se puede dar a un candidato es en las urnas este cinco de octubre donde, presagian, el MIL ganará de todas maneras. De un momento a otro se han vuelto los impulsadores de una pacificación que ellos han negado en verbo y en verborrea. Por una sencilla razón: se han dado cuenta –el 5 de octubre e sabrá si a tiempo o no- que ese discurso violentista cargado de frases groseras e impertinentes termina perjudicando al candidato que quieren apoyar. Entonces no les queda otra que cambiar de estrategia. Y está bien que lo hagan.

Si los voceros bullangeros le han metido en ese problema lo más lógico es que usen a esos mismos personajes para la intención de sacarlo del mismo a Fernando Meléndez y los candidatos que le quieren seguir en esa vorágine de violencia. O se querían dar cuenta de ello porque los maquilladores de todas las elecciones le pintaban pajaritos en el aire con cifras tan mentirosas como antiguas. Hasta que apareció la encuesta de CPI difundida por RPP Noticias y les volvió a la realidad: habrá segunda vuelta era la lectura de esas cifras. Y ellos saben que en una eventual segunda vuelta todo puede suceder. Desde alianzas insospechadas hasta deserciones inimaginables.

A poco más de cincuenta días de la fecha del sufragio ya están convencidos que aquello del triunfo en primera vuelta y los más de 40 puntos en intención de voto no se sustentan en la realidad. Porque hasta los candidatos distritales –como el caso de Euler Hernández en Punchana- han visto disminuidas sus pretensiones al comprobar que el discurso de estar en el primer puesto es tan volátil si no va de la mano de la realidad. Y conforme llega el día central de las elecciones esa utopía del escrutinio favorable puede reventar en la cara y no habrá marchas o movilizaciones que la revierta porque también se han dado cuenta que cuando la calle se combate con la  calle no se muestran como triunfadores sino como lo que son: mediocres, violentistas y bullangeros.