ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel
Un ciudadano de a pie cuando se le preguntó qué le pediría a Humala, respondió desde Iquitos a nivel nacional: “que cumpla su palabra”. Y nos parece que, luego de conocerse el triunfo de Gana Perú, el pedido general de los que de alguna forma confiaron en las promesas de quien desde los últimos meses del 2000 dejó las botas para tomar el poder por los votos es que cumpla su palabra. Eso esperamos todos.
Significa que la población se mantendrá vigilante ante las acciones que emprenda a partir de julio quien ha prometido repartir mejor la riqueza y que el chorreo llegue con sus gotas a los sectores donde nadie se moja con lo que se llama “mejora de la economía”. Y está bien que los pobladores asumamos una actitud vigilante porque si Humala ganó las elecciones fue porque, primero, el 32 por ciento de los peruanos creyeron en su propuesta y, segundo, adicionó 20 por ciento de respaldo de quienes le creen mejor que la candidata Fujimori.
Ser vigilantes servirá a Humala y a los pobladores. No sólo por una cuestión romántica resumida en que “el pueblo no aguanta una mentira más”. Sino porque traicionar a los postulados que siempre enarboló es contribuir a lo que siempre combatió: prender la pradera. Y si el comandante ganó la elección no sólo es porque cambió su polo rojo por blanco sino porque ha sabido escuchar los consejos de sus asesores que, muchas veces, estaban diametralmente opuestas a sus ideas y lo que inicialmente quería para el país.
Y todos estamos de acuerdo que Ollanta tiene que cumplir su palabra. Porque ya es tiempo que los políticos no sean vistos como mentirosos capaces de todo por alcanzar el poder y beneficiarse.
Si Ollanta Humala cumple su palabra no sólo los que votaron por él se sentirán respetados sino aquellos que no lo hicieron tendrán pocos motivos para criticarlo. Tan sólo eso ya sería un avance en este país que, como la canción, va por el mundo “de fracaso en fracaso”.