El último domingo, mientras leía el diario El Comercio, me dejó abatido y abstraído el comentario entre líneas de un empresario, una percepción que no es ajena a cierto grupo de la población, ese sector que justifica la podredumbre judicial y política en el país. Este señor mencionaba que la inestabilidad y la elevada percepción social de corrupción era culpa absoluta de la prensa, por sus denuncias constantes contra políticos, jueces y fiscales.

Sin duda una habladuría con nulo fundamento. ¿Acaso la prensa, sin olvidar los medios digitales, es creadora de una turba virtual y trituradora que no hace más que linchar a los corruptos?, ¿la prensa, aquella responsable y objetiva, desvirtúa el trabajo de las instituciones y crea percepciones ajenas al sentir popular?, o ¿es el ciudadano que se siente identificado con el malestar de un delincuente cuando se le juzga? ¿por reciprocidad afectiva o conductual justica el mal accionar?

Ese intento de pensamiento se viene a los suelos cuando uno toma en consideración que la corrupción es un problema real que la prensa ayuda a mitigar y que, si no fuese por ella, lastimosamente, la mayoría de casos en el país, desde Vladimiro Montesinos hasta el fugado y capturado “hermanito” César Hinostroza, cruzando por los casos de un sinfín de autoridades regionales y municipales, habrían sido cubiertos por la inmunidad y se habría tardado muchos años en descubrirse las fechorías.

De acuerdo al análisis de percepción social de Ipsos Perú, Alfredo Torres menciona que: hace 30 años las encuestas decían que la percepción de los peruanos era que la inflación y el terrorismo eran los principales problemas y la realidad era que, efectivamente, era así. Hace 15 años, las encuestas decían que los problemas que más les preocupaban a los peruanos eran la pobreza y el desempleo; y la realidad es que así era, hasta que el crecimiento económico acelerado los redujo considerablemente. En cada uno de esos contextos los medios de comunicación se encargaron de difundir casos particulares y de masas que sustentara lo expresado por los estudios estadísticos.

Mientras tanto, hoy en día las encuestas de trascendencia nacional reflejan que los problemas que más preocupan a los peruanos son la corrupción y la delincuencia. Entonces, queda claro el hecho de que la prensa no hace sino cada día informarnos, con detalles, sin sesgo político, sin conflictos de interés, aquellos casos deplorables, incrustados en todos lo niveles de poder, que confirman estas percepciones sociales.