Pepino di Verea
ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel
Debería dictar una conferencia entre todos los que abrazamos esta profesión y entre los que pretenden abrazarla. Estoy seguro que muchos aprenderían demasiado antes de casi perder el tiempo en los claustros donde vegetan quienes llamándose docentes han vuelto a este oficio un poco indecente y, vaya, no es que inventen la pólvora sino que en el colmo de la desviación podrían hasta dictar un curso de Deontología. Él no se anda con medias tintas y donde vaya –sea una sala de redacción o un prostíbulo o, si quieren, un púlpito- puede gramputear sus verdades.
Tiene la inusual costumbre de escribir en un pueblo donde algunos periodistas se ufanan de la vocación por el oficio con la insensata afirmación “pero no me gusta leer”. Y no escribe con los recurrentes gerundios o con la sintaxis de los que, sabiéndose analfabetos, quieren pulirse en el orden de las palabras. No es de aquellos que podría colocar la tilde en una consonante y dar la entonación adefesia a las palabras. Tan solo verlo consultar el diccionario de sinónimos y antónimos ya es una enseñanza para tanto mequetrefe metido de redactor entre la clase obrera del oficio.
Ha sido maestro de ceremonias en un tiempo donde las ceremonias eran para maestros. Cuidaba cada palabra a pronunciar en medio de impronunciables autoridades que acudían a los Te Deum para aliviar sus pecados de gabinete y de cocina. Mi generación ha tenido la suerte de apreciarlo papel en mano, dedos levantados y garganta simétrica antes de solicitar aplausos al y para el respetable público. La dicción ha sido su adicción. Mi generación aún le ha visto regañar ante los que confunden la efe por la jota no solo por fregar sino porque tienen jodida la capacidad.
Yo lo considero mi Truman Capote no por lo que los cucufatos de plazuela podrían pensar sino porque con sus artículos –esos que publicó este diario sobre personajes de la urbe- nos ha demostrado que el Nuevo Periodismo que el norteamericano “abiertamente homosexual”, como dicen sus biógrafos, estrenó entre los gringos él nos mostró en esta provincia.
Yo le admiraba antes de conocerlo. No sé si por su voz, por su caminar medio pingüino o su rostro adusto al leer las noticias en una televisión que allá por la década del 70 recién se inauguraba. Pero cuando en las oficinas de Amazónica Televisión –esa que fundó Silfo Alván del Castillo, no ésta que lleva a la bancarrota el que te jedi- le vi grabar chistes solo por el ejercicio de mantener viva su creatividad ya podía sacarme el sombrero y decir: “mis respetos, señor”. Y seguro si alguien le pregunta cómo se hizo locutor no dudaría en responder: “preguntando, como tú”, como la leyenda urbana afirma que contestaba un “abiertamente homosexual” en las calles de Iquitos a las señoras y señoritas pitucas que se tapaban la boca en las noches de tertulia en la Plaza porque abrían las piernas en las calurosas oficinas de sus jefes al día siguiente.
En este oficio donde es inusual lanzar loas a los colegas sin remilgos. En esta vocación donde a la vuelta de la esquina te clava la puñalada quien asegura ser tu parther. En esta ciudad donde es mejor visto quien grita su ética y oculta sus canalladas. He querido esta madrugada –sin ningún pudor- escribir éstas líneas sobre José Ángel Verea Chávez, a quien un tipo conocido como “El tigre” llamaba “Pepino di verea”, con un tonito italiano que aún suena en mi tímpano como la prueba de un tiempo que no volverá. Y mejor que no porque los de hoy lo desperdiciarían. Y en este mundo donde, como dice la canción “nadie es perfecto en la vida”, he pretendido escribir para ustedes, pero básicamente para él.
Pepian, el resto es silencio… por la RCSPM.
Indudablemente Pepino di verea es y sera digno de homenajearlo en algun momento asi como el hay varios en la lista Loretana tales como SHICSHI, Vaporito Yalta y algunos mas que ya estan en el olvido loretano.
un abrazo loretano desde Montréal, Québec canada.
Buen artículo Jaime y un merecido homenaje a un GRANDE, José Angel Verea Chávez, el popular Pepino.Seria interesante reunirse y hablar abiertamente sin falsas éticas ni hipocrecías…
Ryszard Kapuscinski manifestaba : «Para ejecer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias»… nadie es perfecto pero entonces se supone que hay que ser buen ejemplo para la sociedad, para sus hijos, para su familia y para los futuros colegas no?
Muy de acuerdo contigo Jaime y me gustaria que alguna vez se le rinda al querido Pepino,el merecido homenaje y reconocimiento que se merece del pueblo Loretano. Un cordial saludo!
Jaime,tremendo tu comentario,tuve la suerte de conocer a Pepino por el ano 1968,en la G.U.E.M.O.R.B.,el ya trabajaba como locutor comercial,en un programa deportivo de Radio Loreto,siempre se destaco por su voz,y eso le llevo mas adelante a ser un gran profesional,aprovecho tu columna,para mandarle muchos saludos y desearle muchos anos de vida.Nixon Flores-USA.
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