Sin rosa de los vientos
Por Miguel Donayre Pinedo
Estos tiempos líquidos son un poso de contradicciones que resquebrajan cualquier argumento, presumiblemente, monolítico. Un hecho es el fútbol. Sí, la FIFA se empeña en el juego limpio [producen spots alusivos al buen juego] pero al mismo tiempo se permite o se hacen los locos con los sueldos tremendamente inmorales de los futbolistas. Nadie rebuzna. Cualquier interferencia en el salario de estos aurigas contemporáneos se llevan la mano a la cabeza, eso no puede ser. Es un escándalo. En la versión del tea party, sería una intrusión ominosa socialista. Pero esas contradicciones son pan del día y las comemos. Recientemente en un partido de fútbol europeo unos jugadores fuerzan una tarjeta amarilla y son expulsados, claro pensando en la siguiente fase. Hecho claramente legal, no hay disposición en contrario. Claro, inmediatamente salen los santones a bendecir o maldecir esos hechos. Nadie los entiende. Ese juego o uso de la ley lo hacen las grandes empresas con los impuestos o un modesto dirigente de barrio que solicita el reconocimiento de su parcela de tierra. Vaya tiempos sin brújula en la que vivimos.