Arrebujando la memoria

Por Miguel Donayre Pinedo

Muy cerca de casa, cuando entra el aire fresco a Madrid de a poquitos, fuimos a visitar la casa del Félix de los Ingenios – cuentan que tiene alrededor de trescientas obras escritas o más, de ahí el apelativo. Está en la calle Cervantes del centro histórico. Sí, de Lope de Vega. Antes en Valladolid había pasado por la casa de Miguel de Cervantes que tiene allí y en Alcalá de Henares. Entrar en esas zonas sagradas de los escritores son momentos de gran solemnidad y de emociones. Es hurgar un poco en su vida íntima. Hay una bella huerta o jardín. Un naranjo con frutos y una banca, dicen que allí reposaba el ilustre escritor en búsqueda de la inspiración. Me impresionó mucho el lugar donde escribía, de austeridad castellana como la de Cervantes, con ventanas que daban a la calle. Dicen que vivió allí cuando se había hecho cura, que no fue óbice para que desfilaran por su alcoba bellas doncellas. Era pico de oro, seducía a las mujeres por la labia, era incorregible. Fue un mañana de remover y degustar la memoria colectiva.