Mundo cruel
Por Miguel DONAYRE PINEDO
Un ciudadano griego harto y agobiado de la situación de su país y del acoso particular de las deudas bancarias [una hipoteca inmobiliaria impagable] y otras morosidades, se suicidó. Dijo que antes de ir a rebuscar comida en los cubos de la basura prefiere morir y se disparó de un tiro y dejó una nota explicando porqué se quita la vida. Presumo que hechos como estos muerden en la conciencia de los funcionarios de los organismos financieros que celan al milímetro, día a día, el comportamiento del país que abrigó a Aristóteles. Salvo que esos burócratas tengan una coraza de rinoceronte. Pero no se puede seguir acosando a ese país, y otros países, de esa manera tan brutal. Las personas de carne y hueso son las primeras en sufrir ese impacto. En esta vorágine de crisis económica es muy fácil echar la culpa a la ciudadanía como que los griegos eludían tributos y otras triquiñuelas pero si lo sabían ¿por qué les siguieron prestando dinero?, ¿por qué no corrigieron esos defectos desde antes?, ¿es una burda complicidad? Del árbol caído todos hacen leña, mírese Grecia. Ojala que esta muerte haga meditar a los “tecnócratas”, que apretando sin sentido el cinturón no se llega a ninguna parte, salvo que sea para alimentar las cuentas corrientes de los de siempre.