Escribe: Jorge Martín Carrillo Rojas

Al momento de escribir esta columna, desconozco lo que finalmente resolvió el juez Neil Chumbe respecto al requerimiento de prisión preventiva por 9 meses en contra del alcalde del distrito de San Juan, José Martín Arévalo Pinedo, sobre quien pesa una denuncia en contra de la administración de justicia en la modalidad de cohecho pasivo propio, a raíz de la difusión de un video en el que se apreciaría, recibiendo dinero de una persona que ha sido identificado como Christian Godoy. Mientras usted este leyendo esta opinión, la decisión al pedido fiscal ha sido resuelto y las opiniones al fallo son de absoluta libertad de los ciudadanos.

Más allá de lo arriba señalado y luego escuchar atentamente los alegatos del fiscal Christian Navarro y de la defensa del alcalde, el abogado José Augusto Vargas Fernández, recuerdo más una comisión en el Poder Judicial, a la que solo voy por mi labor periodística -pues vivir en esos ambientes por denuncia alguna, con la posibilidad de ir a la cárcel, es un infierno y no se lo deseo a mi peor enemigo- en la que aprendí que lo más preciado que tiene el ser humano es: su libertad.

Se podrá no tener trabajo, pero libre, uno puede buscarlo. No se tendrá dinero al momento, pero libre, uno puede buscar la forma honrada de conseguirlo. Se podrá estar enfermo, pero sin libertad ella menoscaba más al ser humano. Siempre he dicho y mi entorno familiar, y amigos, que no son muchos, lo saben: que prefiero mil veces un arroz con frijoles, pero preparado con el dinero conseguido en libertad y en forma transparente.

El momento que vive el alcalde del distrito de San Juan Bautista, José Martín Arévalo Pinedo, no se le puede desear a nadie. Sea uno periodista o lo que fuera, desear eso a otra persona, es considerarse infalible y ese tipo de personas en la actualidad no existen. Solo existió una: Dios, no creo exista ser perfecto luego de él.

Pero también es necesario decir, que cada quien es responsable sobre sus actos. Así como lo más preciado que uno tiene es la libertad, ella lo menoscaba uno mismo. Nadie es obligado a delinquir u obrar mal, salvo uno sea consciente estar en ello por decisión propia.

El caso judicial en que uno de los protagonistas es el alcalde, José Martín Arévalo Pinedo, sería por demás esclarecedor que la misma, aún autoridad, termine en sincerarse, más que con sus electores, pobladores, trabajadores, simpatizantes, con él mismo y con su entorno familiar, quienes ahora forman parte de estos avatares judiciales, no porque ellos lo desearon, sino por lo que es materia de denuncia, cuya verdad final, sin careta alguna, la sabe el propio alcalde José Martín Arévalo Pinedo.

Hoy jueves 19 de noviembre, nadie sabe cómo acabará esta historia judicial. Serán las investigaciones las que determinen, tras un fallo judicial consentido, si el alcalde es inocente o culpable. En tanto ello se resuelva, habrá que estar atentos a las investigaciones. Al final Dios y el propio Martín, no sus ayayeros y gente de su “confianza”, saben la verdad de esta historia.

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