Es un mes para huir y encerrarse como un anacoreta y desconectar como una monja de clausura del Convento de las Descalzas Reales de Madrid. Sumergidos en uno mismo ¿la razón? Es que hay fútbol hasta en la sopa, y fútbol con sopa sabe muy mal- el diario La República en Perú casi el noventa por ciento de sus noticias son y eran sobre el mundial de fútbol y muchas de ellas intrascendentes. No es que no me guste el balompié, es más lo disfruto cuando veo un buen encuentro. Lo que no me gusta son estos macro eventos que se llaman los mundiales de fútbol. Es un batiburrillo de emociones mal encaminadas. Uno de ellos es que explotan el nacionalismo hasta hacerse empalagoso – los nacionalismos siempre utilizan a este deporte para hablar del alma de un país, la identidad nacional y otras fanfarronadas. Así visto carece de imaginación, quizás por eso los periódicos están tan aburridos que entrevistan, por lo general, a escritores (pocas escritoras, me parece que ellas son más críticas con el embobamiento general de este deporte) sobre el fútbol y muchos de ellos, literalmente, no han dado pie con bola en su puñetera vida como ciertos periodistas o opinólogos de este deporte ¿por qué no entrevistan a una médica, a una psiquiatra o una física? Los escritores entrevistados, muchos con superficial solemnidad, adquieren el protagonismo de una suerte de demiurgos del azar (lo peor es que algunos se lo creen). No digo que no he visto un partido del mundial, los miro cuando puedo de reojo. Con reservas y sin ponerme camisetas nacionales, además que trae mala suerte. Cuando vivía en América la idea que circulaba en los mundiales era casi un encuentro en América o Suramérica improvisada y bizarra, casi siempre Brasil y Argentina, frente a la Europa colonial, segregacionista y rica. En dicho binomio geográfico muy dirigido no incluían a los países africanos y asiáticos, siendo ya los menos mentados los de Oceanía. Tanto era el bombardeo que muchos bípedos hasta ahora se creen tamaña falsedad cartográfica. Felizmente, por los primeros resultados todo esto está cambiando en la cartografía de este deporte tan popular como la eliminación de Alemania, Brasil o Argentina. Después de unos años, y de este lado de la cocha, veo que esos exacerbados sentimientos nacionales se caen como castillos de naipes después de ser eliminados. Son flor de un solo día. Mientras tanto a desconectar cada que se pueda porque la sombra de este deporte es muy larga y uno puede terminar claudicando y voceando los goles ante el televisor o un grito lastimero ante el penal perdido de Cristian Cueva.

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