El mensaje presidencial por Fiestas Patrias este año tiene dos percepciones en un gran sector de la población. Esperanza porque aún se asume que Martín Vizcarra tiene el aire suficiente y la personalidad (tal vez) escondida de comprarse el pleito y anunciar el inicio de una reforma real que se sostenga en el tiempo. Y la otra percepción es desconfianza que el mandatario, debido justamente a su debilidad y procedencia, no pueda iniciar lo que la calle está demandando.
Para la próxima semana se han vuelto a convocar a movilizaciones que cada vez congrega a una más variada gama de sectores sociales y ya no son sólo los enemigos del fujimorismo o pulpines “pitucos” sino gente que antes miraba desde la tribuna del “like”, que apoyaba, pero no militaba ciudadanamente en esta crítica nacional que requiere presencia activa en la tribuna.
Hasta ahora parece que le ha surtido tener una posición medianamente opositora a Fuerza Popular por parte de Martín Vizcarra. Sucedió con el tema de la supervisión de las cooperativas, la ley mordaza y luego con la remoción obligada de los consejeros del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) es obvio que el parlamento, aunque no lo demuestre en el discurso confrontacional, ha sentido la pegada y al menos por ahora, van a alinearse con algunas acciones del gobierno porque obviamente no quieren sentir a la calle en sus nucas.
Es decir, puede ser el momento oportuno de iniciar una reforma. Pedir el adelanto de elecciones es lo ideal, porque van a seguir saliendo audios y hechos de corrupción que impliquen las esferas, incluso, del actual gobierno, pero las acciones aún no envuelven a Vizcarra como para generar en él esta decisión o que masas apoyen esta acción.
En buen lenguaje lo que tiene que hacer el presidente es marcar la cancha para saber de qué lado se pone él y su gente. Tampoco no hay que ser muy auspicioso para decir que acá se inicia la reforma o las tibias declaraciones del mandatario conjugando con el sentimiento popular, hacer creer que realmente hay una posición concreta y radical contra la corrupción, pero una decisión abiertamente de enfrentamiento constitucional con el Congreso si éste no sintoniza con lo que demanda la sociedad, puede dar paso a este tipo de percepción de cierra esperanza de que la autoridad algo tiene que mostrar de ahora en adelante.