Las decisiones políticas sin empatía –por lo general, chirrían, generan protestas, se hacen incomprensibles y causan mucho resquemor. Es la carencia afectiva de quien toma esa decisión de ponerse en el pellejo o en el zapato del otro. Ese tipo de formación hacia la empatía lo transmiten, entre otras, las obras literarias. Pero como es conocido los políticos y políticas poco leen y, en consecuencia, toman decisiones erráticas, fallidas, sin alma. Una de ellas es la vilipendiada ley a favor de los jóvenes, eso pensaron los que la redactaron que era. Ha generado muchas protestas (además que de las escaldaduras el gobierno de la gran desilusión que es el de Humala) de los jóvenes cuando han visto que sus derechos están afectados y recortados han salido en tromba a protestar, y eso es bueno. Una sociedad que no protesta ante una injusticia mal va. Aquí en el sur de Europa hay decisiones que desdicen la dignidad humana. El gobierno conservador en España no quiere aprobar que la Seguridad Social suministre un medicamento para el tratamiento de las personas con hepatitis C que lleva a la tumba a más o menos diez personas al día en el caso que no es facilitado y es así como está ocurriendo. Y los afectados son cerca de 35, 000 personas y este hecho han producido que los afectados de no poder conseguir estos fármacos hayan “tomado” hospitales. Y el gobierno se jacta que va contribuir con el tratamiento de 5, 000 pacientes ¿? Es insólito, de no creerlo. Pero lo cruel de todo esto es que ni el ministro y ninguna institución que defiende derechos fundamentales hayan abierto la boca y salir en la defensa de estas personas que padecen ese mal en el día a día. Esto es de una crueldad que no tiene nombre.

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