Quieras o no, el fútbol es también un asunto social. El simple hecho de que millones de personas se enganchen al televisor, exploten de alegría o derramen lágrimas por un resultado de este deporte merece la mayor atención. Ya se sabe, un pueblo sin victorias deportivas no es feliz.

Tan importante es el fútbol que el dictador argentino Jorge Rafael Videla en busca del respaldo del pueblo hizo lo imposible por obtener el título mundial de 1978 en el torneo disputado en su país. No es un dato menor que a la FIFA pertenezcan 211 federaciones, 18 países más que a las Naciones Unidas. Pan y circo, dirían algunos.

¿Pero qué me desagrada de este deporte? Algunas injusticias me duelen. Así, creo que Argentina mereció ganar una sola copa del mundo, la del 86, pues la del 78 tuvo un partido arreglado que le facilitó avanzar. Considero también que Zidane, quien obtuvo más laureles que Maradona, nunca debió ser expulsado en la final de 2006. Antes, el italiano Marco Materazzi debió ser echado de la cancha por su grueso insulto a Zizou.

Me enoja, asimismo, ver encuentros de la Libertadores o de la Liga de Campeones con comentaristas argentinos. ¿Por qué no colombianos o mexicanos? ¿Porque somos un satélite de Buenos Aires? No importa si Gremio jugó mejor, la noticia es que Boca fue eliminado.

Por otro lado, a veces siento que pierdo el tiempo miserablemente en partidos de fútbol soporíferos, algo que no suele suceder en un encuentro decisivo de tenis o básquetbol. Quizá sea mejor que en el balompié, después de 3 minutos sin disparar al arco, se pierda la posesión de la pelota. Así como se mejoró en ofensiva al determinar tres puntos por victoria, y no dos, o que un gol de visita valga doble en fases avanzadas, tal vez sea mejor que en un partido el local empiece perdiendo 1 a 0, pues hay siempre ventaja en jugar en cancha propia, más si es un encuentro de vuelta.

Me desagrada también ver a muchos periodistas que en su afán por llamar la atención eleven a los aires a un jugador que tuvo una buena tarde. «Siempre está cuando se le necesita», aseguran. De ser así, este futbolista marcaría en cada encuentro y no hay quien lo haga. Ni Messi ni Ronaldo. Asimismo, me producen rechazo los periódicos deportivos, mal escritos casi todos, que tienen que vivir con la ilusión del hincha. En vacaciones, inventan fichajes, crean rumores falsos. En tiempos de torneo, se fijan más en los equipos populares que en los que lideran la tabla.

Me fastidian los clubes que incumplen sus deudas con el Estado sin ser embargados. También los aficionados que van a los estadios a cometer vandalismo, la utilización política de este deporte, la excesiva importancia que le dan muchos, los partidos amañados, la corrupción en las federaciones. El fútbol es una pelota de muchos colores.