En la oficina de información del Ayuntamiento de Soria nos indicaron que para el día siguiente había un paseo tras las huellas de Machado así que nos inscribimos. Iríamos tras ellas. Recuerdo que en mis años de universidad llegué a este poeta andaluz a través de las lecturas de Javier Heraud que hacía alusión al universo machadiano y uno de los poemas que me llamó la atención era el de las moscas (de honda influencia de este poeta sevillano) y en la que anunciaba premonitoriamente su muerte el poeta peruano. Machado decía: “Vosotras, las familiares/inevitables golosas, /vosotras, moscas vulgares/ me evocáis todas las cosas…, y tenía razón, en la ciudad y alrededores estos bichos no se despegan de ti fácilmente (casi te dan mordiscos), te están merodeando hasta en el Parque de la Alameda de Cervantes, un gran espacio verde dentro de la ciudad de viñetas bucólicas. Además de Machado otros poetas habían pasado por esa ciudad como es el caso de Gustavo Adolfo Bécquer (poeta también andaluz como Antonio Machado), a quien mi padre admira, y Gerardo Diego. Hemos paseado por los lugares que estos vates hacían con frecuencia, era como conversar con sus espíritus y poemas. Y también fuera de ruta llegamos a una de las pensiones que vivió Machado con su joven esposa Leonor Izquierdo, ella tenía quince años cuando se casó y el poeta peinaba los treinta y cuatro. Durante la caminata guiada llegamos al instituto donde enseñaba él, lamentablemente, no pudimos visitar el aula donde daba las clases porque eran las vacaciones escolares y el instituto cerrado a cal y canto. Recordar que el poeta fuera de sus horas de magisterio enseñaba a leer y escribir a campesinos, fue una de sus obsesiones republicanas [es muy curioso que la guía no mencionara que él poeta fue al exilio por la guerra civil que asoló este país. Machado murió en Colliure, Francia]. Lo mismo hacía en Segovia, por las noches, daba clases fuera del colegio a personas campesinas. Como bien sabemos Leonor murió a los tres años de casados y él poeta se sumergió en una gran tristeza. Como parte de la ruta machadiana era visitar el cementerio El Espino donde está la tumba que alberga los restos de Leonor que se ha convertido en paseo obligado de escolares y de algunos enamorados. Y casi como epílogo, una de las rutas era visitar los caminos alrededor del Duero, por donde caminaba el poeta, y entrar a la Ermita de San Saturio, patrón de la ciudad, que está enclavada en una cueva junto al río Duero. Es un camino el de Soria que no termina, nos hemos prometido volver.

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