Los medios de comunicación, los periodistas deberíamos hacer un examen de conciencia y reenfocar nuestras lecturas de la realidad. Nadie previno lo que ha sucedido tras las elecciones al Congreso del 26 de enero. Lo del Frepap y de Unión por el Perú es una mazazo no sólo para la política en general sino también para todos aquellos que tienen una respuesta o al menos un pronóstico ante los factores sociales y políticos.

Se trata de un voto “chonguero” castigador de parte de un sector que a través de los “memes” generaron una corriente digital hacia el “pescadito”, puede ser algo de haberse identificado con valores de honestidad, trabajo, humildad algo que suele ser reconocido en elecciones independientemente de su interlocutor o también de un refugio de aquellos que creen que hay una arremetida de la supuesta “ideología” o enfoque de género en el currículo y sospechan que los “Ataucusis” será un parachoques religioso para este falso propósito.

 Lo cierto es que nadie lo vino venir y menos a Antauro Humala. Creyeron, creímos que continuar encarcelado podría detener ese aire tan presente para cambios radicales en el país y que ningún partido, a pesar de las múltiples señales, han podido canalizar. No siquiera la izquierda que debió tener un discurso más compatible con estos intereses que en buena cuenta se resume en cambios ahora y no esperar un lustro más como plantean varios partidos supuestamente del lado parecido a este pensamiento.

Lo peor de todo es que muchos medios, a pesar que no promovieron en tiempo y espacios las mismas oportunidades con estos candidatos, ahora salen indicando que esta “marginalidad” será una especie de retroceso en el parlamento. Se detienen en magnificar los procedimientos administrativos cómo un freno para el dinamismo parlamento. En el fondo sospechamos que ante la imposibilidad de manejar una bancada cercana a los 50 parlamentarios que podrían comulgar en temas como nueva ley minera o la preparación de una Asamblea Constituyente los hace adjetivizar por sus formas de vestir, sus procedencias o sus antecedentes o incluso su falta de bienes.

¿Obviamente que hay casos de denuncias judiciales atendibles, pero ¿acaso ese no era moneda corriente en los Congresos anteriores? Presagiar que este período será peor que los anteriores es darle cuerda y carne a aquellos que plantean que no sería mala idea volver a ponerlos en la picota de la disolución, tan lejana, pero seductora para algunos opinólogos.

Lo cierto es que las lecciones que debemos rescatar es que la población está pidiendo cambios en todo sentido y para canalizarlos un partido vinculado a ellos (sin necesariamente representarlos a priori) paga en elecciones. Frepap tiene 600 mil correligionarios en sus mejores tiempos es evidente que por ellos no sólo votaron por la fe o por su profeta sino esperanzados que harán algo al respecto de lo podrido de la política ¿En un año y cuatro meses podrán cambiar esta situación? Lo sabremos el 2021.

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