En las pasadas y pesadas elecciones del año del 2014,acontecimiento tan poco rentable que hasta ahora no se acaban de pagar las multas a los candidatos que no acudieron a votar por ellos mismos, surgió una banda especializada en asaltar a los que resultaron perdedores en las ánforas, pero ganadores a la hora de captar el financiamiento. Antes de que aparezcan los carros nuevos, las otras casas, los ahorros de las suegras y otros parientes indeseables, la horda entró en vandálica acción, encontrándose con el aguerrido ministro Urresti que ya andaba en su tanque de combate.

En sus personales batidas ya había despachado a medio país, cuando se supo que el líder de la banda iba mejor a presentar su candidatura para evitar la cobranza de los intermediarios que recibían la marmaja. O sea los no tan cándidos candidatos. Ese fue el fin de una época de bonanza electoral donde nació la actual clase política que es la peor de todas. Porque los actuales candidatos no regalan nada, ni en los cumpleaños del hijo ajeno.

Es decir, ya no se donan desayunos edilicios, suculentos sopones, piantes animales, gallos de doble pechuga, vacas que no se hacen como ciertos alumnos. En tiempos de las urnas los candidatos lo único que ofrecen es propinar una paliza a todos los que no acuden a votar. Y aunque parezca una mentira, las gentes acuden en masa a cumplir con la ley, como una protesta para que algún día vuelvan los legendarios candidatos de antes donde la ganancia era siquiera unpoco de comida.