Labor de adivino 

En la insólita guerra del hambre, campaña de armas para asaltar las cocinas, las mesas y los potajes ajenos, que ejecutaron las huestes al mando de Francisco de Orellana, el botín mayor resultó luego del zarpazo a estanques y crianderías de los oriundos selváticos. La suma de mil charapas evitó que los invasores estiraran la pata y sirvió para una comilona con cascos y vísceras.  El hecho revela que nuestros antepasados tenían una estrategia contra el hambre repentino, contra la labor de alguna catástrofe que podía dejarles sin los recursos habituales.  Los estanques y las crianderías,  de todas maneras, eran también defensas contra los estragos anuales de las crecientes. Es decir, hace siglos, en estos lares las aguas desbocadas no eran un problema ni un gasto torcido.

Esa herencia está presente todavía en el pueblo shipibo de Paoyán que el año pasado, debido a la creciente grande que les afectó demasiado, decidieron irse a las tierras altas. Siguiendo la ruta del Ucayali. Evitaron los desmanes, las desgracias, los gastos, porque cuando el rìo suena es porque piedras y palos y animales muertos trae. La reciente tragedia de San Roque es un absurdo, desde el conocimiento selvático, desde esa sabiduría práctica.  ¿Cómo es posible que nadie haya imaginado a la creciente entrando a las casas de ese lugar?  La impresión que tenemos es que las autoridades, los funcionarios, los asesores, ignoran que las aguas del bosque se desbordan.   Y cada año se gasta tanto dinero en vano. En puentes precarios, en víveres, en carpas, en sobre facturación.

El misterioso personaje del adivino, ser que cada cierto tiempo anunciaba a los desaparecidos Omagua lo que ocurriría, debería entonces ser contratado por municipios y tantas otras instituciones. Es posible que ese personaje,  con su sabiduría antigua y sus artes de premonición, advertiría que en tales meses aparecerá algo nunca visto en ninguna parte: la creciente.

1 COMENTARIO

  1. Quien escribe esta cronica? Felicidades por el manejo histórico y actual, escritores así son pocos. Buena crítica señores.

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