Los últimos acontecimientos del Mundial están eclipsando muchos problemas sociales en el país. El último ejemplo ha sido la marcha que se realizado el pasado 5 de junio en la capital de la república. Una manifestación numéricamente importante y que fue soslayada por los grandes medios de comunicación, algunos por el pretexto del Mundial y otros porque obviamente había un direccionamiento para tal fin y en el peor de los casos, algunos adjetivándolos, y, lo que es peor generalizando y relacionando la violencia de algunos muchachos con la protesta en sí.

Esta manipulación de la información en verdad no es nueva. Lo han practicado casi todos los gobiernos con diferentes matices y más luego de la aplicación sistemática de estas operaciones por el Fujimorismo de los 90. El actor que se ha sumado ahora con una precisión y justificación a veces válida son los partidos de la selección nacional. Y no hablamos sólo de lo que hará el equipo en el Mundial en sí, porque la verdad ahí tendremos en el mejor de los casos cuatro partidos, sino por todo lo que envuelve a la maquinaria del futbol.

Se trata de conocer, a nivel nacional y en cadena, que almuerzan, que compran que cuelgan en las redes y cualquier detalle que tiene que ver con cada uno de los jugadores. Una sobreexposición sin precedentes que corresponde, obviamente a las ansias aplacadas tras 36 años de ausencia en la fiesta del Mundial, pero también; y en eso hay que estar atentos, en una maniobra disimulada de los operadores convenidos del gobierno y sus allegados.

Sino no podemos entender cómo se minimiza una expresión genuina de indignación por un Congreso a todas luces corrupto, ineficaz y mediocre. Y, aunque son estos medios los que han apuntado a través de sus espacios en publicitar la desfachatez de las compras del Congreso o los contubernios para hacer lobbies o denigrar a sus oponentes, cuando hay un sector que corresponde a estas denuncias ahí sí parece que no estaría permitido. Y peor aún si eres joven y violento, entonces seguramente eres “terruco”. Cuidado con lo que se está germinando.

Lo decimos porque la fiebre de Rusia va pasar en un mes y medio y luego vamos a volver a la realidad honda y oronda. Aquella que duele al ir al mercado, aquella que se nos enrostra en la cara cuando vemos a los parlamentarios darse la vida de burgueses en nuestra cara pelada. Cuidado con lo que estamos gestando, hay que ser torpe para no ver que la única realidad está en la calle y no en el gabinete.

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