Por: Moisés Panduro Coral
¿Existirá todavía alguien que cree que los millones que algunos movimientos políticos gastan con alarde en las campañas electorales provienen de filántropos o de mecenas desinteresados que aprecian a tal o cual personaje, más aún si éste -¡oh casualidad!- administra a su libre albedrío recursos millonarios o preside una entidad que despacha licitaciones de obras o expide otorgamientos de buenas pros para la compra de bienes y de servicios?. Sí ese alguien existe será la demostración contundente que increíblemente hay ciudadanos que no están informados de la forma como algunos politiqueros con su discurso, su oferta y su apego al dinero mal habido, han ido trastocando la política en un maloliente mercadillo de regalitos a electores, la campaña electoral en una rimbombante feria de costosos mensajes publicitarios, el plan de gobierno en una lista de lavandería de promesas improvisadas que nunca se cumplen y que se doran después con aceite mediático para evitar el bochorno que causa la comprobación de su inviabilidad.
En las campañas electorales no sólo afloran los millones. También es el caldo de cultivo para que emerja el oportunismo pedestre. Por ejemplo, cuando el presidente de la región compara “sus inversiones” con la de su antecesor dice que hasta la fecha “ha invertido” o sea él “ha gastado” 780 millones mientras que el que le antecedió en el cargo invirtió sólo 170 millones. Lo que no dice la autoridad que las notas de prensa oficial llaman el “mandatario regional” es que de esos 780 millones cerca de 700 millones son recursos que le ha transferido el gobierno central. Sí, señores, el denostado gobierno de Alan García le ha transferido al gobierno regional de Loreto, a través de diversos mecanismos y programas cerca de 700 millones de soles para que éste pueda hacer obra. El anterior “mandatario regional”, -y cuyo gobierno efectivamente no se puede catalogar de exitoso-, no pudo invertir ni siquiera algo que se acerque a esa cantidad porque su periodo de gestión regional coincidió con el del gobierno de Toledo que jamás transfirió esa magnitud de recursos a Loreto. Lo que hace nuestro “mandatario regional” es, pues, lo que desde hace siglos se resume en una frase: ganarse indulgencias con avemarías ajenas.
Una constatación de que lo que afirmo es correcto nace de la siguiente pregunta: ¿si el canon petrolero se ha reducido, como es que ahora se invierte más?. La respuesta ya lo tiene usted mi amigo, la explicación cae por sí misma, no hay que ser expertos para elaborarla. Ahora bien, le dirán, sin embargo, que esos 700 millones han venido por los desvelos del “mandatario regional”, por sus arduas gestiones, por sus sacrificados viajes para arrancar al centralismo el dinero. Y yo le digo algo concluyente. Eso no es cierto, porque en realidad, por la profundización de la descentralización en el país, las transferencias se han dado a todos los gobiernos regionales y municipalidades del país, y no única y excluyentemente a Loreto. Actualmente por cada 3 soles del presupuesto público, 2 soles se destinan a los gobiernos regionales y locales y sólo 1 sol al gobierno nacional. Antes era a la inversa. Ergo, no son los desvelos, ni los viajes del mandatario regional lo que ha derivado en esta magnitud de las inversiones, sino la política descentralista de un gobierno que, con sus omisiones y deficiencias que sí las tiene, ha sabido transferir no sólo funciones si no recursos a las provincias y regiones del país.
De allí que, -lo reconozcan o no los adversarios del aprismo-, si sumamos las inversiones directas y las transferencias del gobierno de Alan García al gobierno regional y a las municipalidades distritales y provinciales de la región, tenemos que en menos de cuatro años, Loreto ha recibido más de 2,500 millones de soles para la ejecución de un impresionante número de obras que antes no se veían en nuestra región, en nuestras provincias y en nuestros distritos.
Lo dejo ahí porque no se vaya a pensar que esto es campaña política. Hay muchas cosas que hay que precisar para que la ciudadanía esté bien informada. La desinformación genera las condiciones propicias para que alguien venda un pan que no ha fabricado. Y yo pienso que los que se encargan de anunciar el pan deberían tener en cuenta de donde procede el pan. Ser transparentes en política significa decir no sólo qué obra y donde se ha hecho y cuánto ha costado, también significa consignar en los carteles de obra la fuente de financiamiento. Se le miente al pueblo, -y sólo por ganarse alguito en la campaña electoral-, cuando se dice que ciertas obras tienen como fuente de financiamiento al canon petrolero, la verdad es que se financian con transferencias de recursos que antes no tenían las regiones y que son diferentes al canon petrolero. Se le miente al pueblo cuando se dice que los millones de soles en créditos agrarios otorgados con canon petrolero han incrementado la producción agropecuaria de Loreto, ya que un rápido análisis de las cifras nos permite constatar que el ligero incremento se debe a inversiones en otros cultivos agroindustriales que se viene dando desde hace muchos años atrás, como es el caso de la palma aceitera, y que en gran parte está a cargo de la empresa privada.
Se miente al pueblo cuando se dice que la mejor alternativa para nuestra región es un tren y no una carretera. Bastaría con ver el análisis de rentabilidad económica y social del proyecto de tren para darse cuenta que las cifras y proyecciones han sido evidentemente sobredimensionadas y que la sostenibilidad del mismo no tiene sentido de continuar nuestra región en el penúltimo lugar en el índice de competitividad a nivel de todas las regiones del país. Se miente al pueblo cuando no se le dice que construir una vía férrea es de cinco a seis veces más costoso que una carretera. Se le miente cuando no se le dice de donde exactamente van a salir los 2,500 millones de soles para la ejecución del proyecto, pero sí se pone especial énfasis en los 80 millones de soles que costará el estudio. Pero se le miente al pueblo irremisiblemente cuando se le dice que el tren es para bajar el costo de vida en la región. Todos sabemos que si algunos bienes son más caros aquí que en Lima o en la costa, no es porque falte un tren, – aquí repito que lo que faltan son carreteras de reducidos costos ambientales y ligados a proyectos integrales de desarrollo rural- sino porque los beneficios de la exoneración tributaria que incluyen los famosos reintegros tributarios, no llegan a la gente y se quedan en las billeteras y en las cuentas de quienes financian campañas electorales.
En una campaña electoral se hablan de muchos millones, sí. Lo ideal sería que las obras o los estudios no sean sobrevaluadas. Lo bello sería que se ponga alto a las fortunas mal habidas que provienen de esas sobrevaluaciones y de los porcentajes de coima. Termino con una frase de Haya de la Torre que los jóvenes no contaminados aún deberían internalizar: “Represento un principio, un credo, una bandera de juventud. Agito y agitaré las conciencias hacia la justicia social. Lucho por producir la precursora revolución de los espíritus, y maldigo con todo el calor de mi convencimiento a los explotadores del pueblo que hacen del gobierno y la política un vil negociado culpable”. Sí, lo correcto sería que el electorado acabe con la historia de siempre.