Cicerón tenía razón al decir que la vida de los muertos perdura en la memoria de los vivos, ya que esto dependerá de las acciones que realizó durante toda su vida, y que, justamente, esas acciones generarán legado en sus hijos, en su familia, en un joven, en un grupo de jóvenes o en una determina sociedad, que abrirá espacio a que muchos otros sigan luchando por las cosas que esas personas han empezado (ya sea para bien o para mal).

Haciendo mención de este último, como influencia del accionar de una persona, se tiene el nacismo, ideología que causó revuelo en los años de 1933 con la llegada de nacionalismo alemán al poder; en el caso peruano de los grupos terroristas Sendero Luminoso o el MRTA, aunque sus máximos representantes aun sigan vivos y jactándose de las miserias que ocasionaron a un millón de peruanos, sin echar mea culpa de lo que ocasionaron; o el Fascismo Italiano; entre otros. Lo más creíble de esto, es que,  inclusive, en cada rincón del mundo hay individuos que se sienten orgullosos por mantener latente la forma de pensar de estos grupos– me he preguntado siempre la clase de personas que estos individuos logran ser con pensamientos que permiten el derramamiento de sangre inocente para cambiar el supuesto rol que impera en la sociedad.

Pero en esta vida no todo es malo, no todo es el derramamiento de sangre. Lo genial de esto es que hay personas que buscan el cambio de una sociedad con el respeto de la persona humana y de su dignidad.  Así tenemos a Olivia Arévalo, lideresa de la etnia Shipibo Konibo que era conocida por cultivar la medicina tradicional y los cantos sagrados de su pueblo (conocidos como Ikaros) y que hace poco fue asesinada, quien prácticamente durante toda su vida fue defensora a diestra de los derechos culturales de su pueblo. Así como ella existieron otros más que buscaron igualdad y el respeto por su comunidad. Nelson Mandela, otro de ejemplo a mencionar, que luchó contra el régimen rascista y de la desigualdad social imperante en su territorio- es destacable y recomendable, si es posible, que vean la película Invictus que narra las acciones de Mandela por unificar su territorio, pero basado en un sentimiento deportivo- así también se tiene a Martin Luther King, quien fue activista de los derechos civiles para la comunidad de personas de piel negra en Estados Unidos de América.

Si bien es cierto las acciones generan influencia en determinadas personas. Empiezan con un solo seguidor a quien se le llama a caminar junto a la persona con quien empezó pero que con posterioridad ese uno se convierte en dos, tres, cuatro, cuatrocientos, mil, 2 mil, hasta que formen quizás un movimiento que su único propósito será el buscar cambios para beneficios de ellos, de una sociedad o del mundo entero.

La cuestión está en saber que acción es recomendable seguir, la decisión en esta en uno. Pero se espera que sea para bien y no para mal, se espera que esto de frutos positivos para la sociedad y no para su retroceso.