Por MIGUEL DONAYRE PINEDO

Luego de doce horas de viaje me encuentro en las costas peruanas, sumergido en una sutil y abierta campaña contra el Tribunal Constitucional (TC). La campaña no es de fiscalización sino de desprestigio a este tribunal. Se cuestionan sus fallos muchas veces con argumentos que son sacados de un delirante constitucionalista. Por ejemplo he escuchado uno sobre la modificación de aranceles, dicen que este tribunal no se puede meter con una política de Estado. Nada más falso. Una errada política de salud que viola derechos fundamentales (y constitucionales) de la persona pueden ser cuestionados ante este tribunal, gracias a un fallo del TC, las personas que sufren SIDA pueden acceder a que le pongan los retrovirales respectivos, cuestión que no contemplaba una decisión de política pública. Si una política de Estado va contra la Constitución, el TC es el órgano adecuado para decir que está o no de acuerdo con el texto constitucional. Son debates que en lugar de mirar hacia delante se vuelve hacia atrás, la danza del cangrejo.