Mario Vargas Llosa en su última visita a Iquitos.

El premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, es uno de los escritores distinguidos que más ha escrito sobre la floresta. Podríamos decir, que es un escritor amazónico, no por el lugar de nacimiento, que es un accidente o lotería social, sino por sus obras pergeñadas, muchas de gran factura como “La casa verde” o “El sueño del celta”, para citar dos de las muchas, que tienen como escenario la maraña. Pero la relación de Vargas Llosa con la selva ha adolecido de adecuada aproximación, creo que no solo con la Amazonia, con Perú o España, puede pasar lo mismo, lo digo por sus escritos quincenales, quizá sea por las lentes que usa al momento de mirar. En la “Historia secreta de una novela”, ensayo repujado después de escribir “La Casa Verde” cuenta que conocer la selva le permitió ver una parte de Perú que ignoraba, apostillando, “Este recorrido por el Perú amazónico fue, también, una conmoción para mí (…) allí descubrí que el Perú no solo era un país del siglo veinte (…) sino que el Perú era también la Edad Media y la Edad de Piedra”. Vamos a ver, que lo diga en 1958, le podemos hacer una benigna concesión aplicando un in dubio pro scriptor, forzando el adagio latino, la duda favorece al escritor o escritora. Pero, que lo vuelva a repetir en un escenario de pandemia global en 2021 ya comienza a preocupar seriamente. Recientemente, un conocido cronista de viajes de la península, que estuvo en la Reserva Pacaya Samiria en Perú, le hizo una entrevista relacionada con los viajes. Cuando responde sobre Perú, al aludir a la selva y los Andes, vuelve al rancio soniquete de la Edad de Piedra, han pasado más de cincuenta años y nuestro ínclito escritor vuelve a la vieja, sesgada y mohosa fotografía de 1958 ¿Qué ha pasado?, ¿En la selva vivimos en la Edad de Piedra?, él se refiere a la Costa como el lado de la modernidad que se vive en Perú ¿De qué modernidad nos habla el escritor de “Pantaleón y las visitadoras”?, ¿A la modernidad material o mental? No creo que se refiera a la modernidad mental porque Lima y gran parte de la costa persiste un pensamiento decimonónico que anula a gran parte de Perú y está muy lejos de la ansiada modernidad que pregona.  Esas anteojeras sobre modernidad o barbarie se pueden ver claramente en el informe de la Comisión Uchuraccay que él la presidió. Me pregunto con una visión tan reduccionista ¿Se puede entender el Perú?, ¿Cuándo Zavalita suelta la celebérrima pregunta “¿Desde cuándo se jodió el Perú?”, a qué Perú aludía? Confieso que cuando leí en la universidad “Conversación en La Catedral”, la disfruté mucho y me pareció una gran novela, pero con el tiempo y los años he ido dimensionándola. Está muy claro, que nuestro más prolífico escritor es ciego con lo que sucede en la floresta ¿Los horrores del caucho nos ubicaron en el mapa de la modernidad o de la barbarie?, ¿El boom petrolero nos llevó al vergel de la modernidad o era una vuelta al extractivismo de siempre?, ¿Qué fue para él “el Baguazo”?, ¿Acaso lo sucedido en Bagua no evidenció la ignorancia a los problemas de la floresta desde Lima? A vista de ojos, como se decía en una vieja frase forense, hay un serio problema de aproximación en nuestro gran escritor. Ojalá que algún lector o lectora de ese lugar de la Edad de Piedra pueda leer esta crónica desde su móvil o portátil.

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