En estos días de sol y todavía viento fresco de Madrid cuando me encamino a ver las reformas de la nueva casa, para distraerme y no hacer la larga ruta del metro, son casi como trece paradas y estar en el subte cerca de media hora, un poco que me agarra el tedio y el fastidio, soy un animal de superficie. Prefiero ir mirando la calle, el tumulto y escuchar el barullo urbano. Para evitar ese viaje debajo de la tierra he trazado uno alternativo entre superficie y metro con menos paradas.  Por eso tomo un autobús que me deja en la Plaza de Callao, y ahí tengo a la mano varias librerías donde entro para ojear novedades, sí las hay. He leído que van a reeditar la obra de Antoni Domènech “El eclipse de la fraternidad” que pronto saldrá a circulación y quiero verlo en las estanterías, me la han recomendado porque es una lúcida obra del pensamiento político de la tradición republicana desde el vértice de la fraternidad. Las librerías que visito unas son más acogedoras que otras. Así en una de ellas me topé con una novela de Antonio Tabucchi “Nocturno hindú” como las obras de este gran escritor italiano las justas palabras es la gran referencia y el planteamiento de la novela una de las más sugerentes. Recuerdo que en una de sus novelas saca el jugo, literariamente hablando, a un reglamento de pesca. Los textos jurídicos de por sí son secos y sosos. En manos de Tabucchi en cambio ese chato texto legal adquiría dimensiones literarias. Con esta novela de viaje, que la leía a sorbos, haciendo gala de la austeridad de la palabra recorre parte de la India y nos va contando una historia dentro del viaje. Es de una arquitectura casi perfecta. Al final, solo te queda esbozar una sonrisa de satisfacción. Me recordaba a las novelas de W.G. Sebald, Enrique Vila- Matas, Robert Walser entre otros peregrinos. Con esos planteamientos narrativos el viaje sale ganando. Gran obra del escritor italiano que tuvo una gran relación con Portugal, su segunda patria.

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