Jet lag [2]
Por Miguel DONAYRE PINEDO
Al llegar al aeropuerto Jorge Chávez la hora marcaba las 5 y 45 de la mañana. Traté de pegar pestaña durante el vuelo con resultado estéril. El sueño no sé por qué razones se vuelve muy ligero, a la primera bulla estoy con los ojos abiertos y atentos. En el asiento me movía como una sierpe durante las doce horas que demora cruzar la inmensa cocha. Trato que mis piernas descansen, si se puede, claro. Los asientos de clase económica cada vez son más incómodos, es una cachetada a la ergonomía. El aire acondicionado en el avión estaba a tope. Obligaba a cobijarse. En Madrid con uno de los días más calurosos, casi 36 grados y en el Callao a 19 grados. Así era el arco climático en que nos movíamos. Duermes un poco y te despiertas. El sistema nervioso está vigilante. Trato de leer una novela y luego de unas páginas me vence el sueño. Te arremolinas. Miras el reloj con impaciencia –me recuerdan a mis viajes en las lanchas a Nauta o Requena-. Que lleguemos ya. Desde que sales estás impaciente. Estos viajes son largos y no sabes cómo sacar punta al tiempo. Lees, miras el vídeo que han puesto y al final terminas derrotado, gana el sueño. Ya cuando decides dormir sirven la comida. Uff a removerte. Hace frío en el avión. Consulto el mapa, ya estamos más cerca. Eso creo. Casi sin darme cuenta estoy envuelto en el gris amanecer limeño.