Isla grande [II]
Por Miguel DONAYRE PINEDO
Una de las cuestiones que más se constata en esta reentrée es la dejadez, la falta de ambición. De unas autoridades locales y regionales, que miran sus bolsillos [cuentas bancarias] y de la ciudadanía domeñada que se conforma con lo que hay y acepta lo que venga sin cuestionar nada. El populismo ramplón y del mal gusto arrasa. A los amigos y amigas que consulté sobre la marcha de la ciudad y la región casi todos afirmaban que los grados de corrupción son de unos baremos descomunales. Huele a hez. Cada situación que me contaban me parecía increíble y digna de lo absurdo – los niveles de relajación de la ética pública han llegado hasta las secretarias de la administración pública con la compra casi obligada de tickets para sus parrilladas si no lo compras pagas las consecuencias, el expediente se ralentiza. Es de una descomposición cívica y moral que se retrata en la ciudad que tiene un babélico servicio público de transporte ya sea terrestre o fluvial. Al día siguiente de llegar fuimos con mi padre a la zona de Mazán- Indiana en un bote colectivo. Era como si no hubiera pasado el tiempo por el Puerto de productores – hay que sortear puentes en mal estado y balsas; lo cual es un mal síntoma [salvo en lo geográfico que el cambio de curso del río ha mutado la manera de mirar a Isla Grande]. La incuria desbordaba por todos lados. Es un transporte nada reglado [es el ideal de Alfredo Bullard, un amigo fujimorista y busto parlante del libre mercado al que alardea con paroxismo y paradigma de acuerdo a su columna de opinión que leí]. Se parte cuando el barco está lleno y te puedes pasar el tiempo que fuera sentado y agobiado de calor en asientos en pésimas condiciones. Nadie protesta contra este abuso. Es increíble que no haya un puerto con ese nombre en la floresta peruana. Mis recuerdos me llevaron cuando éramos pequeños hacíamos este recorrido y no había pista, era un camino desbrozado. Eran esos momentos para la aventura [una de las casas donde acudíamos en el Varadero del Mazán era de un señor Vílchez, ahora no existe]. Hoy esa parte de la memoria ha cambiado bruscamente y para mal.
PD: Isla Grande, es un pueblo literario, cualquier parecido con realidad es responsabilidad de ella, la realidad.
Desde la Bella Italia deseo felicitarte por este bello e interesante artìculo, que seguramente muy pocos loretanos lo leeran y los que lo hacen no lo entenderan. Cada vez que vuelvo de vacaciones a Iquitos siento un dolor en el alma, al ver tanto atrazo en nuestro pueblo. Yo trabajè varios anos en la sierra de Ancash y he visto surgir pequenos pueblitos perdidos en la Cordillera Negra, y con muy poco presupuesto. Gente que quiere a su pueblo y se raja para sacarlo adelante. Encambio en nuestro querido Iquitos vemos como ese arraigado conformismo pisotea la dignidad de nuestra gente, de nuestros jovenes, de nuestros ninos con la complicidad de nuestros politicos. Es que nunca vamos a salir de este atolladero? Cuando leì El sueno del Celta, me parecia ver aùn hoy ese triste marco socio cultural de nuestro pueblo: desorden, suciedad, ley de la jungla,… corrupcion.
Espero seguir leyendo tus comentarios.
Enhorabuena
P. Raul Alvarado Guerreiro
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