Indignidad

Por Miguel DONAYRE PINEDO

Las sociedades actuales [al menos las occidentales] exacerban a la juventud de una manera desquiciada. De la vida loca y sexo salvaje, dionisiaca. La publicidad es la mejor ventana para advertir de este fenómeno de masas: muchachas y muchachos jóvenes dispuestos a comerse el mundo. No hay rostros de las personas de la tercera edad, salvo para los casos de venta de compresas, en el caso de las mujeres, para contener las orinas o en su defecto, la publicidad de disfunción eréctil en el caso de los hombres. Así de mal tratamos a las personas mayores [como me decía un amigo, y nosotros, cholo, que estamos en tránsito hacia ella]. Las excluimos en lo que podemos de la vida social. En las sociedades desarrolladas [no latinas] los padres suelen estar en residencia para ancianos, lejos de la familia y esperando el pitazo final. En las familias latinas mal que bien todavía disfrutamos de ellos, las residencias de ancianos sería lo último que haríamos de cara a nuestros padres. Y en Perú llegué a advertir esta falta de sensibilidad a estas personas mayores. Por ejemplo, no tienen acceso a las tarjetas de crédito ni de débito [siendo jubilados y con dinero fijo a fin de mes]. Son mirados como unos apestados en este modelo económico de exportación de recursos naturales y de desprecio a estas personas. Que crueles somos con la memoria.