Gazapos del bosque

Por Miguel Donayre Pinedo

Salta la noticia de una explosión en Oslo, la capital de Noruega. Un país aparentemente pacífico, apacible. Hay siete muertos y las imágenes son desoladoras como las que a diario nos muestran de Irak o Pakistán. Una presentadora de telediario con gran irresponsabilidad remarca que posiblemente se trate del terrorismo islamista, sin tener ninguna pista pero dejó caer el posible nexo [¡Tamaña ineptitud que se ha pasado por el arco del triunfo el código deontológico!]. La policía señala de momento que no hay pruebas que apunten a ninguna hipótesis. Están despistados como todos. El edificio gubernamental afectado por la explosión está destruido, es una explosión de dimensiones colosales, aquí y otros lados, hay la mala costumbre en estos casos de publicar como noticia que no hay españoles [o peruanos] dentro de las víctimas – mostrando un provincianismo pueril como si la humanidad tuviera nacionalidad. Siguen saliendo las noticias que nos pergeñan la dimensión de la tragedia. Se conoce que en una isla una persona vestido de policía ha matado a varias personas, son como 84 las víctimas. Ese hombre era noruego y no tenía nada que ver con los islamistas. Era de la extrema derecha noruega que como la europea iza y azuza las banderas de la xenofobia y racismo contra los inmigrantes en un juego cruel de las emociones en el ámbito público. A todo esto,  ¿Pedirá perdón la periodista de su yerro?