Mi opinión

Rubén D. Meza Santillán

El asistencialismo es una de las herencias nefastas que nos han dejado autoridades irresponsables cuyos nombres ni siquiera vale la pena traerlos al presente para que así sigan en el panteón del olvido.

Sin embargo hay que decir que varios de esos «muertos frescos» padecían del mismo mal. Y que varias, por no decir todas, de las vigentes tienen la misma manía y sienten la enorme necesidad de ser cultores del asistencialismo.

Ejemplos, por lo tanto, están ahí en la vitrina del pasado y en el «delivery» actual.

A unas horas de arrancar el presente año, el puente de los enamorados en el distrito de Punchana fue noticia, porque la falta de dos tablas y reforzar sus bases, requería con urgencia la presencia de las autoridades para solucionar tal problemón. Y, claro, como la sangre a la herida, acudieron prestos al llamado los de la municipalidad distrital y hasta el mismo gobierno regional.

Hace unos días, nada más, la calle Mi Perú, por el parque zonal, pedía a gritos unas mejoras muy domésticas y la municipalidad provincial movilizó toda una logística para solucionar el «gran» problema. Incluso mereció que la comuna lo mencione en su boletín institucional como algo digno de resaltarse.

Y ante estos dos ejemplos, solo nos provoca preguntar en voz alta ¿Y dónde están las mingas? O lo que es peor ¿Cuándo murieron las mingas? Lamentablemente tenemos que decir que ya es historia o como dirían los muchachos, «ya fue».

Es más fácil darles y hacerles todo para tenerlos contentos, adormecidos y, por lo tanto, inertes para la vigilancia y fiscalización. Vecinos activos de antes convertidos en ciudadanos mantenidos, por decirlo de una forma.

Antes era la misma gente organizada que dedicaba un sábado para arreglar su cuadra, su barrio, limpiar el desagüe, arreglar su puente, cultivar, mejorar la escuela o el local comunal. Hoy solo tenemos cómodos espectadores que observan desde sus ventanas como Participación Ciudadana lo hace todo.

Eso de «El pueblo lo hizo», “Trabajo comunal” o “A Dios rogando y con el mazo dando”. Son frases sin sentido disueltas en el pasado. Un puñado de letras para la sopa y nada más. Lamentablemente.