ESCRIBE: Juanjo Fernández.
El pasado día de Nochebuena, o quizás fue el de Navidad, falleció Alberto Ríos Moreno, Tito. Un WhatsApp de Mary tres días después, cuando su cuerpo sin vida fue descubierto en su apartamento, me trajo la noticia. Algunos días antes nos habíamos encontrado en el Malecón Tarapacá y charlamos como siempre, de esto, de aquello, de nada en particular. Esperaba a Rolando que le ayudaría con una presentación de su propuesta para el modelo de bancos que podrían ser colocados en el nuevo bulevar de la calle Raimondi. Poco antes le saludé, mientras orientaba a sus alumnos en una mesa de “El Cauchero”. Los dos momentos definen a Tito, un trabajador, al borde de 80 años con la energía y el ímpetu de un hombre sin edad.
Los viernes era costumbre quedar en el bulevar con Alberto Chirif. “Los viernes quedamos a arreglar el mundo” me dijo, “no os sale muy bien”. Nos reímos y a partir de entonces me uní cada vez que tenía oportunidad. Mi presencia no hizo que el arreglo del mundo progresara más, pero cuánto disfruté aquellas tardes, el mundo siempre es un poco mejor con buena compañía y los tocayos lo eran, muy buena. Tito siempre curioso, me preguntaba por la política española, comentábamos de la peruana, nos lamentábamos de la loretana, me contaba sus recuerdos de su estancia en España en la Costa del Sol en los mágicos setenta y me hacía viajar en el tiempo.
Su hermano Lucho vino para acompañar sus restos y hacerse cargo de todo. Se le hizo una misa en el Colegio de Arquitectos y allí supe del hombre que intentaba, sin éxito, arreglar el mundo. Cualquier edificio que llamara la atención en Iquitos llevaba su firma, el Hotel Dorado, ahora de la cadena Hilton, la discoteca Noa, el SENATI, el Boulevard y su característico arco hacia el Itaya que sirve de marco en fotos y selfies a locales y visitantes, tantos otros. En su libro «De la Maloca al Partenón» manifestó su compromiso con la ciudad con el que abogaba por la educación. “Debe haber cambios, empezando de la educación porque es una educación para afuera no para acá. ¿Cuántos de los maestros han ido a la Biblioteca Amazónica?, es por eso urgente los cambios.”
Yo que quiero escribir sobre Loreto, no sé si entenderlo para contarlo o contarlo para entenderlo, y tenía a mi lado a uno de los hombres que ha construido el actual Iquitos, probablemente habría que especificar, lo bueno del actual Iquitos, y jamás mencionó sus méritos, ni sus obras en Los Ángeles, ni nada que hiciera imaginar la grandeza que le acompañaba, que no era otra que la de su trabajo.
Harían bien los propietarios de los edificios que Tito diseñó en gastar un sencillo generoso para poner en sus fachadas una placa que dijera “Obra del arquitecto Alberto Ríos Moreno. 7 de agosto de 1942 – 24 de diciembre de 2021”. El Colegio de Arquitectos o la Municipalidad de Maynas o todos juntos en organizar un homenaje que derivara en un libro, o un audiovisual o lo que fuera que nos permitiera recordar su trabajo y su creación y quedara como inspiración para todos los jóvenes que quieran seguir sus pasos. Yo cada vez que tome una cerveza en el bulevar brindaré por él. Salud Tito, estés donde estés.
Lima, 2 de enero de 2022.