ESCRIBE: Tato Barcia

Sin duda escribir sobre mi tía abuela “Emilia Barcia Bonifatti”, es todo un placer; que excede todos mi anteriores artículos. Esta dama nació en nuestra isla bonita el 19 de marzo del 1904, fruto del amor de sus padres el empresario cauchero, José Barcia Boente, natural de España y de Doña Elena Bonifatti (Argentina – Italiana). Ellos tuvieron 3 hijas, Victoria, Vasilia y Emilia; de las 3 la única que se casó fue Vasilia. Emilia y Victoria estudiaron en Europa, llegando a especializarse en “Educación Infantil”, para luego regresar a su natal Iquitos y desarrollarse profesionalmente al lado de su padre. En ese trance, la nave que compró “Don José”, para el traslado del caucho a Europa, durante la travesía en su tercer viaje naufraga en la zona del estrecho de Gibraltar; que le obliga a reestructurar sus negocios. Por eso parte a su país, donde contrae nupcias por segunda vez, es en ese momento cuando Emilia junto a su hermana Victoria y la ayuda de Lucha Rothmund, un 13 de Abril de 1921, crean la primera escuela inicial en esta parte del país, para ese entonces los padres pagaban la cantidad de tres soles mensuales por enviar a sus hijos a la escuela.

Como era una experiencia innovadora en el país, muy pocos lograron matricularse, alcanzando curiosamente a estudiar sólo 13 alumnos al principio. Victoria; muy acuciosa, se encargaba de la parte administrativa, Emilia que era todo un torbellino de fortalezas se encargaba cual director de orquesta, de despertar en los niños el amor por aprender, mientras su carácter sociable hacía posible los 333 colegios que luego alcanzara a crear a lo largo de su vida en todo el Peru. En la calle Brasil y en la casa de Luis Felipe Morey, nace la primera escuela inicial en el Perú, con alumnos entre 2 y 7 años de edad. Su nombre: “Kindergarten Moderno”. Es en este lugar que las hermanas Barcia (tanto Emilia como Victoria), crean lo que se llamó “La gota de leche”, donde acogían a los niños desamparados de Iquitos para darles alimentación y educación, convirtiéndose de esta forma, en las pioneras de los desayunos infantiles en las escuelas en nuestro país. La historia de la Educación Inicial en el Perú está vinculada a la labor pedagógica que desarrolló Emilia Barcia Boniffatti, en estrecha colaboración con su hermana Victoria, ambas asumieron su labor docente con pasión, afecto e inteligencia en favor de los más pequeños; insistiendo siempre que el amor es más poderoso que la imposición, el afecto y confianza que brinda la maestra permite el desarrollo de las potencialidades de los niños en un ambiente de paz tolerancia y armonía.

Pasado un tiempo de creada la primera escuela, Emilia es llamada a Lima para que oficialmente trabaje en la ciudad capital y cree más centros educativos en la capital de la República. Era el 25 de Marzo de 1931, donde nace la I.E.Inicial Nº 1 en el Cercado de Lima, hoy Parque de la Exposición. Emilia, es llamada a palacio de gobierno, donde explica su plan indicando que ella venía a educar y no a destruir. Ganándose la confianza del Presidente Agusto B. Leguia quien le dijo : “Con veinte mujeres como usted, transformo el Perú”, y desde allí se estrechó en ambos una fuerte amistad que le permitió crear diferentes escuelas iniciales en el país. Llegando inclusive a Chachapoyas a fundar lo que sería hoy la I.EI. Nº 01. En el proceso de su vida profesional y en su condición de Inspectora General de los Jardines de Infancia, creó 333 a nivel nacional, teniendo como aliada a mujeres tesoneras que han hecho de la educación una forma de vida y de proyección a la comunidad.

Posteriormente funda el Instituto Superior de Educación Superior Inicial, cuyo nombre real era Instituto Urbano Nacional de Educación, donde se formarían brillantes generaciones de docentes al servicio de la infancia. “Todo por Amor, Nada por la Fuerza”, este era lema de Emilia, el amor. Mediante esta forma alcanzaba niveles extraordinarios de aprendizaje y de desenvolvimiento de los niños, un sistema que antes que ella lo haga notar, no era tomado en cuenta por el Estado, llegando a demostrar que para aprender no hay límites. El secreto de Emilia era departir un aprestamiento experimental y vivencial. Por ejemplo, si se hablaba sobre el mar, se tenía que visitar. Para hablar sobre las autoridades, visitaban a las mismas y así los niños aprendían felices. Diseñó ambientes especiales para los juegos, porque a esa edad el juego es un medio ideal para el aprendizaje. Buscaba la libertad en cada niño o niña a quienes no mutilaba sus deseos de expresarse.

Emilia Barcia, era incansable en su trabajo, mujer corajuda y sin medias tintas. No existían puertas que se cerraran para ella. “no importa cómo, pero lograba sus objetivos”; Era una mujer digna de admiración. Su vida estaba dedicada a los niños a quienes trataba con dulzura. Era una mujer de temple y de gran nivel cultural que se acomodaba a cualquiera de las circunstancias. Bien podría hablar con Indira Gandhi, con Gabriela Mistral, con un campesino, con una mujer de bajos recursos. Era dulce con los niños, severa con la injusticia y revolucionaria por sus ideas. Ideas que hicieron cambiar la mentalidad de los gobernantes que hasta antes de 1931, no le daban importancia a la educación inicial. En estos tiempos modernos, temas como la estimulación temprana y la educación inicial que se inicia a edades cada vez más tiernas son legado de las hermanas Barcia Boniffatti. De innegable valor, necesario estudio y eterno reconocimiento.

Las hermanas Emilia y Victoria Barcia Boniffatti asumieron su labor docente con pasión, afecto e inteligencia en favor de los más pequeños; insistiendo siempre que el amor es más poderoso que la imposición, el afecto y confianza que brinda la maestra permite el desarrollo de las potencialidades de los niños en un ambiente de paz, tolerancia y armonía. Ambas son parte fundamental de la historia de nuestra educación. A pesar de ello, sus nombres son poco conocidos inclusive por la comunidad docente, una situación que merece ser corregida pues gracias a ellas se desarrolló en nuestro país una idea pedagógica dirigida a los más pequeños. No cabe duda que “Emilia Barcia” revolucionó la educación del Perú.

Con respecto a la vida personal de Emilia, se conoce dentro de la familia y de sus amigas más cercanas, que toda su vida amó a un solo hombre. Se trató del piloto naval – Capitán Gustavo Cornejo Portugal, con quien planeaba vivir el resto de su vida, casarse y por supuesto tener descendencia, lamentablemente la fatalidad tocó su puerta de varias maneras; primero el capitán Gustavo Cornejo luego de armarse de valor, confiesa una verdad dolorosa para Emilia; tenía un hijo suyo con otra dama loretana, El Niño se llamó como el padre Gustavo Cornejo Menacho. Para Emilia fue un duro golpe, le impactó mucho tal noticia que se negó inicialmente a casarse con él, luego de sendas explicaciones y por el amor tan grande que le tenía, lo perdona y acepta el compromiso, el Capitán Gustavo en señal del profundo amor que sentía hacia ella, dibujó con un cuchillo un corazón en un árbol de mamey que estaba en el jardín frontal de la casa de Emilia con el nombre de ambos.

Existen historias e HISTORIAS de amor. Pocas como ésta, muy particular, llena de actos sublimes como es la historia de amor que vivió «Emilia Barcia Bonifatti». Luego ocurriría otra fatalidad para ella pues, el Capitán Gustavo Cornejo murió repentinamente en el conflicto con Colombia, regresando de la ciudad de Leticia debido a una tormenta eléctrica. Emilia quedó desconsolada, ya que el amor de su vida había muerto, un duro golpe a su corazón, no entendía por qué el destino se ensañaba de esa manera, ella lo amaba, a pesar de todo lo había perdonado y pensaba en su vida al lado de él para siempre. Emilia con el corazón destrozado mandó a cortar un pedazo del tronco donde se encontraban sus nombres y lo llevó al velorio de Gustavo, que fue en la Iglesia Matriz; dicen que no se separó del féretro ni del trozo de madera, hasta que su amado fue sepultado.

Su amor por los niños y el jardín de la infancia, hacía que se distraiga, que el dolor no acabe con ella, diez días después de la muerte trágica del aviador, un día cualquiera una señora se acerca a matricular a su niño en la escuela; Emilia pregunta el nombre del niño – Se llama Gustavo Cornejo, dijo la señora. Emilia sintió remecer sus propias entrañas, frente a ella se encontraba el hijo que no tuvo con él. El hijo que meses antes confesó tener, los miró a los dos y sin decir palabra alguna prosiguió con la matricula. Sólo dos días fue el niño a la escuela, Emilia no pudo sacarse de la mente aquel niño y ante la ausencia del menor los días siguientes, decide ir a la casa; para su sorpresa lo encuentra delirando por fiebre, se angustia mucho y con el permiso de la madre, lo lleva al hospital, Emilia lo cuida todo el tiempo. El Niño se recupera pero su madre biológica nunca regresó a recogerlo, Emilia se conmueve, ya le tenía un cariño especial, era como tener una segunda oportunidad para volcar su amor y cuidarlo como si fuera ese hijo fruto de su gran y puro amor, lo adopta, era su hijo! Lo sentía así! no de sus entrañas, pero un hijo del hombre que amó para siempre y veía en Gustavo junior, la prolongación y existencia de ese ser que amó tanto y que gracias a la educación y cariño que le dio Emilia, más tarde llegó a ser General de la FAP.

Un ocho de mayo de 1,986 en el distrito de Miraflores – Lima. al rayar el alba, ante la mirada marcada por las lágrimas, dejó de existir una MAESTRA con mayúsculas. Una MAESTRA de veinticuatro horas, Una MAESTRA por vocación, que con el paso de los años se convirtió en ángel de miles de niñas y niños que por obra y gracia de Emilia y su hermana Victoria, desde 1921 serían tomados en cuenta para que reciban educación en nuestro país. Aquí una crónica de su vida, cerrando los ojos, entregó su alma al creador. Al enterarse de su fallecimiento, miles de personas fueron al velorio, desde edecanes del presidente, ministros de estado, diputados y senadores porque había fallecido la dama y madre de la educación inicial del Perú. Emilia se fue, fue al encuentro de su amor, esta vez se quedó con él PARA SIEMPRE. En el cementerio, El Angel de Lima existe una tumba con la siguiente inscripción «TODO POR AMOR NADA POR LA FUERZA», en esta frase tan hermosa se encierra toda la trayectoria de una vida dedicada a la educación con mucho amor y dedicación: En esta tumba reposan los restos de la noble educadora peruana EMILIA BARCIA BONIFFATTI