Giovani Sartori, uno de los grandes estudiosos de la política y de la democracia, califica nuestro sistema de gobierno como un “semi-presidencialismo degenerado”, debido a que es un presidencialismo que tiene muchos controles parlamentarios, de los cuales  el más importante es el voto de aprobación del gabinete nombrado por el Presidente de la República.

Sin embargo, considero necesario alejarnos de esa postura, toda vez que el Congreso de la República no elige al primer ministro como jefe de gobierno –como se daría en un semi-presidencialismo en estricto–, pero si me atrevo a calificar a nuestro sistema de gobierno como un presidencialismo parlamentarizado, como lo diría el politólogo uruguayo Jorge Lanzaro, por la fuerza que tiene el parlamento debido a sus controles establecidos en la Constitución.

En ese sentido, advierto que esta tergiversación del presidencialismo en nuestro sistema de gobierno, coadyuva a las diversas crisis y confrontaciones entre el poder legislativo y el poder ejecutivo. Pero, sin lugar a dudas, nos encontramos en una nueva etapa, ya que, siendo el gobierno presidido por Martín Vizcarra, el poder ejecutivo se empoderó y valiéndose de procedimientos legales, obligó al parlamento a aprobar reformas constitucionales que serán sometidas a referéndum.

Lamentablemente, esta situación es momentánea, incluso se advierte ello en el cambio realizado a la reforma relacionada a la bicameralidad –que es una reforma necesaria en búsqueda de la calidad legislativa–, en la cual se incluyeron modificatorias a la figura de la cuestión de confianza, restringiendo el uso de este dispositivo legal y posibilitando la censura de ministros sin temor alguno al cierre del Congreso; es decir, el parlamento adquiere más poder y se reduce el poder del ejecutivo.

Tiene razón el congresista Víctor Andrés García Belaunde en decir que, en nuestro país prima la división de poderes, haciendo referencia a la solicitud del presidente de marcar el no a la bicameralidad, debido a los cambios realizados por el legislativo. Pero como podemos apreciar, la división de poderes se tergiversó y nuestro sistema de gobierno permite, contrariamente a lo esperado, una lucha de poderes “democráticos”, en búsqueda de preponderancia de los poderes del Estado. Conforme a ello, considero necesario que en un análisis interdisciplinario se regule y repiense nuestro sistema de gobierno a fin de que el poder depositado en los representantes no sea materia de lucha sino sea sustento de la generación de valor público.

Asimismo, en la presente columna no puedo dejar de dar mi opinión sobre la no reelección parlamentaria, toda vez que considero que dicha reforma será intrascendente como lo fue la prohibición de la reelección de autoridades locales en búsqueda de limitar las redes de corrupción, la reforma ideal para limitar ello es generar un sistema de control administrativo fuerte dentro de la gestión pública –entendiendo que ahora el mismo es casi inexistente–.

Muchos constitucionalistas indican que la actual posición del presidente, en contra de la bicameralidad, responde a la búsqueda de un candado para imposibilitar a los actuales parlamentarios a ser reelegidos como senadores, de ser así, ello respondería más a un juego político y no en realidad a la ruptura de redes de corrupción y,  desde mi punto de vista, si bien es una sanción que muchos de los actuales parlamentarios se merecen, la misma debe ser ordenada por la ciudadanía en una elección, no en un referéndum, ya que la figura de la reelección nace como un premio de la sociedad a sus representantes por una buena gestión, restringirla seria limitar al ciudadano antes que al político.

En resumen, desde esta tribuna considero que es menester repensar nuestro sistema de gobierno en búsqueda de una verdadera división de poderes que tengan como fin último la generación de valor público y desde mi punto de vista, la reelección entendida como premio de la sociedad hacia sus buenos representantes no debería ser negada.

Miguel Angel Rojas Rios

Abogado

Maestrando en Gobierno y Políticas Publicas

rojasr.miguel@pucp.edu.pe