El servicio de taxis, que reúne una gran cantidad de bicicletas, viene en estos días protestando contra la presencia de un motocarro que se ha infiltrado entre las pistas. Desde hace tiempo Iquitos es una urbe dominada por la presencia de la bicicleta. La historia de ese cambio es reciente y todo comenzó cuando se celebró el Día Internacional de la Bicicleta. En esa fecha las principales autoridades de la ciudad salieron a trabajar montados en sendas bicicletas. Pedaleando sin tregua, protegidos por casos y con vestimenta deportiva otras personas  también arribaron a sus centros de labores.  En los días siguientes, ni las autoridades ni los otros,  quisieron abandonar las bicicletas que habían alquilado para la ocasión. Ese fue el comienzo del reinado de ese vehículo porque pronto algunos colegios decidieron acabar con los ruidosos motocarros e invirtieron para comprar veloces bicicletas. En poco tiempo todo cambio para bien de la metrópoli isleña.

Entonces, en el horizonte de aquella isla perdida en el mar verde, apareció la empresa que ofrecía un servicio de taxi conformada por bicicletas de todos los tamaños y las marcas. Ese ímpetu del transporte pronto ganó por partida doble a los motocarristas que no supieron cómo reaccionar ante la arremetida de la bicicleta. Y poco a poco fueron dejando de protestar contra la empresa que ofrecía un buen servicio, a un precio cómodo. De un día para otro las preclaras autoridades decidieron construir ciclovías y muy pronto la ciudad entera entró en el reinado de la bicicleta. Iquitos ahora es la ciudad más limpia del país, donde resalta el silencio que se escucha en sus calles. El uso de la bicicleta es obligatorio y todas las autoridades, incluyendo los parlamentarios, hacen uso y abuso de ese vehículo innovador. 

Nadie sabe hasta ahora quién es el personaje que ha traído a Iquitos ese motocarro como un intento de resucitar ese vehículo ruidoso que en algún momento arrebató el protagonismo a los autos. La protesta de los bicicleteros puede expanderse y hacer que la sangre llegue al río. Es por ello que el actual alcalde de Maynas, subido a una bicicleta de carrera,  recorrió la ciudad pidiendo calma, exhortando a los de la empresa de bicicleteros a no tener miedo de ese solitario motocarro que apareció de pronto cerca a un banco.