El régimen de la mentira
Por Miguel DONAYRE PINEDO
Mentir para llegar al poder suele ser una mala práctica de la clase política en estos tiempos huérfanos. Ellos y ellas seducen al electorado diciendo que harán tal o cual cosa, pero aupados al poder hacen otra [muchas veces contrario a lo que vociferaban en plazas públicas y entrevistas], “donde dije digo, digo Diego”, reza un refrán castellano. Debería llamarnos la atención porqué eso envilece y socava al sistema democrático. A punta al colapso. El sistema político se hace menos creíble, ¡que irresponsables! Es hacerse el haraquiri. Una canallada. Una putada. Es impropio que el engaño haya invadido el escenario de lo público y lo aceptemos sin más. Sin ninguna crítica, es la ciudadanía autista como quieren ciertos medios de comunicación [como el diario El País, en España, un diario cuyas páginas huele a estiércol] ¿Esto es ejemplaridad pública?, ¿hacia adonde vamos? Presumo que al despeñadero. No se puede llegar al poder mintiendo. Es una estafa. Eso es un fraude y defrauda a la ciudadanía, a las instituciones, a todo. Es instalar la mentira como centro de gravedad. La ciudadanía crítica está en el deber de revertir eso.